No hay nada mejor para dejar de creer en la justicia española que seguir de manera rutinaria su actividad y leer de manera recurrente autos, resoluciones, providencias y sentencias. El auto del juez Ángel Hurtado es uno de esos textos legales que cualquiera con pensamiento crítico acabará espantado por la discrecionalidad con la que algunos magistrados usan un poder tan destructivo para la vida de los ciudadanos.
El juez Ángel Hurtado, amigo personal del juez Enrique López que estuvo en el ejecutivo de Ayuso, es uno de esos conservadores que cuando el proceso ha tenido tintes ideológicos no ha podido evitar mostrar sus filias. Muchos recordamos a todos aquellos jueces de la sala de lo penal de la Audiencia Nacional que paralizaron las investigaciones en materia de memoria histórica dando orden de cesar con las exhumaciones de los represaliados republicanos. Es una idea para el gobierno recordar a esos jueces que consideraron que las familias de las víctimas tienen menos derechos. Ángel Hurtado siempre ha ido en una dirección cuando los casos tienen implicaciones políticas. Absolvió al miembro de NNGG que dudó de que el hijo de Pilar Manjón fuera en los trenes el 11M porque consideró que ella era una personalidad pública. Archivó la causa contra EEUU por el asesinato de José Couso. Se posicionó en contra de que Mariano Rajoy declarara como testigo en el caso de la Gürtel y en sus actuaciones no vio relación del PP con el caso de corrupción e hizo todo lo posible para librar al partido.
El auto de imputación contra el Fiscal General del Estado es un ejemplo más de lo que ocurre cuando el juez tiene en sus manos un caso que tiene implicaciones políticas e ideológicas. Lo primero, y vaya por delante, que no tengo ninguna duda de que alguien con acceso a información confidencial filtró a la prensa parte del expediente y las comunicaciones sobre los delitos fiscales del novio de Ayuso. Es un hecho que se produjo y es un hecho que se produce en todos y cada uno de los procesos que tienen interés público porque los periodistas de tribunales de todos los medios de comunicación viven de esas filtraciones, que siendo muchas ilegales, nunca son investigadas porque tendrían que investigarse todos uno a otros y eso no les interesa demasiado. La novedad en lo que respecta a las filtraciones es que se investigue una, no que se produzcan. La novedad es que se dirijan las investigaciones contra el señalado por Miguel Ángel Rodríguez sin que exista una sola prueba contra él.
En filosofía la lógica sirve para seguir el método deductivo y llegar a conclusiones racionales y sobre todo despojarte de aquellas que son imposibles por las premisas existentes. Las falacias son tesis que pareciendo válidas no lo son. Una de las que es muy habitual y sirve a los sesgos es la falacia de la evidencia incompleta que es aquella que tiene una conclusión previa sobre un suceso y solo hace casos a los hechos que confirman ese prejuicio e ignora el resto de hechos que van en contra de su premisa. El auto del juez del Tribunal Supremo sobre el proceso por revelación de secretos al Fiscal General del Estado es un ejemplo preciso de esa falacia que en inglés recibe el nombre de Cherry Picking porque es un escrito lleno de conjeturas que no se soportan con ningún hecho fáctico para concluir la culpabilidad previa de los encausados e ignora todos los hechos que hacen imposible que hubiera sido él el filtrador.
Hay una de las frases del auto que es la evidencia de que el juez ignora todo aquello que puede librar al Fiscal General del Estado para que su conclusión previa prevalezca. La declaración de los periodistas, obligados a decir verdad, en las que afirmaron que tuvieron acceso a los correos investigados antes de que los hechos probados afirmaran que el Fiscal tuviera acceso al mismo ha quedado obviada por el juez sin explicar la razón. No los cree, es decir, cree que mienten, cree que mienten sin aportar prueba pero no inicia acciones penales contra esos periodistas que dice que mienten. No lo hace porque sabe que dicen la verdad pero si les da credibilidad se cae toda la acusación. No hay un solo hecho en todo el auto que soporte el hecho de que el Fiscal filtrara ese correo, solo conjeturas que interesan al juez para poder imputar a Alvaro García Ortiz.
El juez Ángel Hurtado está demostrando una vez más que las cosas se juzgan no por su ilicitud, sino por su conveniencia. Una de las cosas que ha quedado demostrada es la ilegalidad de Miguel Ángel Rodríguez, que no tiene que ver con la filtración del bulo, porque obviamente lo hizo con la autorización de Alberto González Amador. Aunque si el fiscal Julián Salto hubiera denunciado habría que verlo porque no se pueden publicar comunicaciones privadas en las que no se participa. Pero lo que sí ha hecho y está probado es que Miguel Ángel Rodríguez mintió como testigo en su declaración en el Tribunal Supremo al aseverar que nadie de eldiario.es se puso en contacto con él antes de publicar la información sobre el novio de Ayuso como ha demostrado el medio de comunicación al publicar las comunicaciones que prueban que sí se hizo. Lo importante de este hecho es que un testigo está obligado a decir verdad, el juez sabe que ha mentido y el juez no deduce testimonio al jefe de gabinete de Ayuso para imputarle por falso testimonio. Otra vez aquí la discrecionalidad. Otra vez la justicia de parte. Otra vez los jueces que miran con ojo censor a los que profesan una ideología contraria y mira para otro lado a los que defienden la misma.