Las historias que se dan en una semana tienen trazas que ayudan a comprender procesos históricos más amplios. Uno de los grandes relatos de nuestra democracia, forjado en la transición, es contraintuitivo al fraguarse en contra de los hechos y la evidencia. El cuento de conseguir vender como derecha moderada al PP, siendo uno de los partidos más extremos de los existentes dentro de la familia conservadora europea.
Borja Sémper, 'El Moderao', ha servido para que se intente vender por enésima vez el camino al centro del PP con una operación de márketing y maquillaje demasiado evidente como para que pase por cierta la misma semana en la que Nuñez Feijóo ha dicho que gobernará con VOX si no puede evitarlo y ha fichado también a Xabier García Albiol, el que hacía campañas racistas para limpiar Badalona de gitanos rumanos. Estos intentos vanos por vestir a la mona de seda se dan en los medios de comunicación de manera recurrente para intentar hacer pasar la papilla reaccionaria del PP como si fuera un bocado apetitoso centrista y moderado.
'El Moderao' ha vuelto a casa porque se lo ha pedido Feijóo. A él también han querido venderle como un estadista centrado llegado de tierra de meigas antes de que abriera la boca para echarlo a perder y romper el embrujo, ya no cuela ni llevados por la santa compaña. Sémper dejó la política porque según él su partido se había acercado demasiado a los postulados de Vox. Ha vuelto cuando su partido gobierna sin complejos junto a Vox. Sémper es un moderao raro. Como todos aquellos que estando en la derecha consideran más peligrosos a los antifascistas que a los fascistas y no se atreven a enfrentarse de manera directa a aquellos que piden rebajar derechos de mujeres, las personas LGTBI, las migrantes o cualquier otro colectivo vulnerable.
Feijóo, el otro 'moderao', ha sido un delfin de Fraga. El líder del PP no dudó en hacer carrera a su lado ni a la de Marcial Dorado ni nunca tuvo problema en elevar a los altares de la política al exministro franquista. En una retorcida carambola del destino, cuando el acólito fraguista presentaba a Sémper para moderar el partido aparecían unos documentos que probaban cómo el adorado Don Manuel fue uno de los máximos responsables de la matanza de Montejurra en 1976.
Unos documentos y cartas donados al Partido Carlista han dejado en evidencia que Manuel Fraga fue el responsable de movilizar a los 5500 ultras que reventaron la marcha de Montejurra y acabaron con la vida de Ricardo García Pellejero y Aniano Jiménez Santos. Montejurra se había convertido en uno de los actos de oposición al régimen de Franco más importante porque de la mano de Carlos Hugo de Borbón-Parma se fraguaba un movimiento carlista socialista, marxista y que abogaba por la autodeterminación en contraposición al de su hermano Sixto, de carácter reaccionario, próximo al franquismo y con Juan Carlos I como candidato para la monarquía. La intención era utilizar a los más ultras contra la izquierda. Un objetivo histórico y común que pervive hoy en día, por eso se mantienen en alianza los conservadores moderados del PP con la extrema derecha de Vox.
Los asesinos de Montejurra enviados por Manuel Fraga y el régimen franquista incluyeron a terroristas internacionales. El hombre que asesinó a Aniano Jiménez fue el neofascista italiano Augusto Cauchi, de la organización Ordine Nuevo, que formó parte del MSI del que deriva el actual partido de Giorgia Meloni. También intervino en Montejurra Stefano Delle Chiaie, del partido Avanguardia Nazionale, con el que tuvieron relación miembros de la extrema derecha española incluidos en las Juntas Españolas de Integración que ahora están en Vox como Jorge Cutillas. La internacional ultra se organizó a través de una red organizada por la CIA y entrenada por el MI6 que tuvo el nombre de Gladio y que tenía como fin último generar un clima de tensión e inestabilidad de la que se haría responsable a la izquierda europea. Seguro que la estrategia les suena.
La implicación de los partidos conservadores europeos en Gladio utilizando el terrorismo para combatir a la izquierda fue reconocida por Giulio Andreotti en una comparecencia en el Parlamento Italiano. La Democracia Cristiana italiana siempre ha estado unida de manera indisoluble al fascismo ocultando su verdadera faz bajo un maquillaje utilizado de la misma manera que el PP. Una estética de ocultación que quedó desnuda en la obra de Leonardo Sciascia sobre el secuestro de Aldo Moro cuando prefirieron dejarle a merced de las balas de las Brigadas Rojas como mal menor para romper el compromiso histórico que uniría a los comunistas a las dinámicas del poder en Italia. Las alianzas siempre han quedado claras para evitar que la izquierda gane posiciones de poder. El PP y la Democracia Cristina son claros y diáfanos. Moderados que no dudan en unirse a los más ultras, con cualquier herramienta posible, para luchar contra la izquierda democrática.
¿Qué une a Borja Sémper con Manuel Fraga ejerciendo de conseguidor de los asesinos de Montejurra? ¿Qué une a Andreotti con Feijóo? Lo mismo que unió a tantos protagonistas de diferente índole en pos de una causa común bajo el paraguas de Gladio. La lucha contra la izquierda, contra el marxismo, real o imaginado, como enemigo y fantasma máximo que tiene que ser combatido aún uniéndose a la extrema derecha y dejando de lado cualquier escrúpulo moral. Sémper, 'El Moderao', no es más que uno de esos liberales tópicos que no dudarían en vender su alma al diablo o al fascista contemporáneo que toque para evitar que la izquierda pervierta su privilegiado bienestar. La historia siempre enseña.