La derecha tiene como una de sus obsesiones el debate de la seguridad así que entienden bien la defensa del derecho a poder caminar por la calle en paz y con libertad. Si alguien osa agredirme, responderé. Soy socio del Ateneo de Madrid, entre otras cosas porque solo los socios podemos entrar y así tengo un espacio seguro donde leer, trabajar y estar tranquilo sin intoxicarme con fascistas que no van a ir a un espacio cultural donde prima el arte, la ciencia y la literatura. De hecho es lo que hacía ayer, leer y esperar a la presentación del libro Herencia del compañero Jesús Gallego. Cuando salí, estaba apostado en la puerta el fascista de Vito Quiles junto a uno de los mamporreros de Negre -un día contaré su historia en casa de la novia de Miguel Ángel Blanco para que conozcan su catadura moral- y comenzaron su acoso habitual. Y a mí no me acosa nadie sin que responda. Autodefensa y reacción sin miedo ante estos tipejos que ni siendo dos contra uno tienen capacidad de respuesta. Todo lo que sea no tener una proporción de diez para uno los deja inermes y acongojados. A ustedes que me leen les voy a explicar el contexto de mi reacción, puede que así lo entiendan.
Llevo más de seis años soportando todo tipo de tropelías por parte de los ultras esperando una defensa de las instituciones que, no solo no ha llegado, sino que las más de las veces nos ha dejado en total indefensión formando parte de la estructura de represión y validación de las estrategias de acoso fascista. Y ya estamos hartos de aguantar.
Me he tenido que defender de querellas y demandas de los fascistas que solo tenían como objeto acosarme judicialmente, mantenerme ocupado, generarme gastos en defensa judicial y que dejara de hacer mi trabajo. He recibido miles de amenazas de muerte, intentos de agresión, he tenido que firmar en la feria del libro con escolta y seguridad, he sufrido pinchazos en mi coche, me han vandalizado el buzón de mi hogar, he recibido balas en cartas, me han advertido para que deje de hablar o me pegarán un tiro, me han acusado de pederastia, se han inventado conversaciones privadas, he sufrido intentos de despido, han presionado a mis empleadores, han amenazado a mi sobrina de 8 años, han acosado a mi madre enferma de cáncer, me han acusado de inventarme que mi madre no tiene cáncer de pulmón, han difundido fotos mías en Roma, Buenos Aires o Cracovia, han publicado fotos mientras desayunaba con mis padres, han difundido los datos de la dirección de mi hogar, se me ha extorsionado y chantajeado inventándose asuntos privados y he recibido insultos por la calle y una agresión saliendo de tomar un café que le salió tan mal como al micro de Quiles. Puede que mirando en perspectiva entiendan que romper un micro a un fascista acosador es una reacción más que mesurada y equilibrada.
Tengo líneas rojas bien trazadas y la más firme de ellas es que nunca aceptaré ni toleraré que nadie se crea con derecho a violentarme y acosarme sin reaccionar y defenderme. Nunca jamás iniciaré un conflicto, pero que todo el mundo tenga claro que no lo rehuiré si alguien invade mi espacio personal, de libertad y seguridad. Sea un tipo anónimo o un escuadrista con micrófono el que lo perturbe. Vito Quiles es un agitador violento que se entromete con agresividad en la vida de todo aquel que considera que le sirve para monetizar su odio, te busca, te agrede, te acosa, te difama y te graba sin permiso para subirlo a redes y azuzarte a una recua de violentos que comienzan a acosarte y amenazarte de muerte poniendo en riesgo tu seguridad personal. ¿De verdad se cree esta gentuza que van a actuar así de manera indefinida sin que reaccionemos y sin que les produzca un coste?
Vito Quiles tendrá noticias mías porque ya le he puesto una demanda civil que le hará pagarme mis vacaciones, pero eso no es impedimento para que me defienda cuando se crea que tiene derecho a abordarme por la calle y acosarme. Este pijo fanático no hubiera aguantado un asalto en mi barrio y va listo si se cree que va a amedrentarme. No va a ganar para micros si vuelve a ponerme uno de ellos delante. Ante los fascistas como Vito Quiles pie en pared.