La adscripción burguesa de las direcciones de los partidos de izquierdas se puede ver en la poca importancia que le han dado a la condena a prisión de las seis sindicalistas de La Suiza. No es su culpa, no son conscientes de la importancia del sindicalismo combativo, de aquel que pone el cuerpo contigo frente a tu empresa porque es posible que por su posición social nunca hayan tenido que acudir a la sede de un sindicato a pedir ayuda o consejo. No significa esto que los partidos de izquierdas no expresen en su discurso la importancia de la labor sindical porque han leído mucho sobre ella y porque participan de sindicatos dialoguistas, pero no comprenden de manera interna la importancia de tener un lugar donde ir y saber que esa gente se va a jugar la cárcel por ayudarte únicamente por pertenecer a la misma clase social y tener un conflicto laboral. No lo saben porque no lo han vivido. Se nota en su tibia reacción.
El sindicalismo de clase y combativo que no se aviene a las mesas de diálogo es molesto hasta para la izquierda porque le enseña que pueden ser funcional a los intereses de la patronal. Hay situaciones en los márgenes, de pequeños conflictos, de gente sin capital social, que no se discute en una mesa de negociación con la CEOE sino que se dirimen enfrente de una pastelería o acompañando a una camarera de piso a su puesto de trabajo. CNT no es un sindicato dialoguista que busca los acuerdos con la patronal, es un sindicato combativo que no mira cuál es la empresa, el empresario o la adscripción ideológica del patrón a la hora de hacer su labor sindical. No le importa si es un fascista o comunista, por eso molesta. Simplemente recibe al trabajador, lo escucha, lo acompaña y lo defiende con la fuerza colectiva de todos sus militantes. No importa nada más. Por eso sí es molesto y la defensa de sus militantes no pasa de una declaración voluntarista que sirva para evitar críticas políticas o acumular capital simbólico.
La condena a las seis de La Suiza la sufren las seis compañeras de CNT Xixón que pusieron su vida como dique de contención de los abusos de un empresario contra una trabajadora. Son ellas las que ven su vida destruida por tejer lazos de solidaridad con sus iguales y por eso es necesario que todos y cada uno de los que creemos en la importancia de las luchas compartidas que demos todo lo que tenemos para ayudarlas y devolverles algo de lo que han perdido porque lo hicieron por todos nosotros. Nos necesitan y no podemos fallarles. La condena es disciplinante porque pena la solidaridad entre iguales. Lanza un aviso claro a quien se une para ayudar a un compañero o compañera para que se quede en casa y se meta en sus propios problemas. Destroza los vínculos colectivos.
Podemos, Sumar, IU y el PCE no pueden tener a partir de hoy otra prioridad que no sea sacar de la cárcel a los seis compañeros sindicalistas que han sido castigados por defender a una compañera frente a su patrón. Han condenado a prisión a Jara, Cristina, Héctor, Olga, Beatriz y Laura pero buscan con ello reprimir cualquier atisbo de acción colectiva y lucha sindical. No puede haber otra prioridad para los partidos de izquierdas que lograr el indulto de las seis compañeras, reformar la ley y garantizar que el sindicalismo no vuelva a ser delito. No hay mayor urgencia porque las luchas colectivas se construyen con el lema partisano de no dejar a nadie atrás. Es una línea roja, si no lo hacen nos tendrán enfrente. No hay excusas para eludir su responsabilidad y se lo vamos a recordar cada día.