El discurso de Victoria Abril no es demente, es simplemente el que puede permitirse una rica, pija, blanca, burguesa y privilegiada que se cree de izquierdas porque tiene amigos gays y trabaja con Pedro Almodovar. Que no os engañe su apariencia de modernidad, sus vestidos de colores y su carrera fraguada en la desinhibición sexual y provocación a la tradición, es una BoBo de manual. Alguien que vive alejada de la realidad desde sus alfombras rojas y mansiones imposibles y que está cansada de llevar mascarilla y no poder hacer fiestas. Ahí se termina su progresismo, si no hay alcohol y ayudas al divertimento se vuelven reaccionarios y conservadores que solo piensan en su individualismo. Que jodan al colectivo, que ella quiere bailar.
Los pijos de colores beben con el dedo separado de la taza, visten de prestado de marcas y conocen a los pobres porque les asisten y los necesitan hasta para pagar el taxi. Se van a la India a hacerse curas de limpieza, son místicos elevados por encima del proletario. Se creen progres porque les llevan a un festival del Sahara donde pueden visitar un campamento y ponerse henna en las manos, que eso siempre queda muy moderno y bien para las fotos. El exotismo siempre ayuda a ocultar a estos progres que solo quieren fiesta y pagar menos impuestos. Tuve la oportunidad de conocerlos de cerca siendo asistente de prensa en una productora de cine y conozco lo que late detrás de los discursos de las victorias abriles. El desprecio por el currela es la norma, si bien es cierto que hay honrosas excepciones en el estrellato del mundo del cine, pero son eso, excepciones. Como Loles León. La burbuja en la que viven les ha explotado con la pandemia y les ha igualado porque ahora tienen que limitarse y cumplir unas normas que desconocían desde hace décadas. Su discurso negacionista no es más que el cúmulo de los privilegios adquiridos a lo largo de su vida.
"Yo soy anarquista; ni dios, ni amo", dijo la actriz. No, Victoria, eres individualista, que lo confundes con el anarquismo, pero lo tuyo no es más que querer vivir tan bien como lo has hecho siempre sin pensar en el bienestar de los demás. Eso que se os da tan bien a los pijos de colores. No es ninguna sorpresa que asegurara que ella votaría al partido que le devolvería sus "derechos y libertades", que no es más que poder salir de tablao flamenco cuando venga a Madrid a ver a sus amigos, porque ella vive en Francia. Por eso alaba la gestión sanitaria de la Comunidad de Madrid, porque solo le interesa poder divertirse cuando venga de visita o vacaciones. Le da igual que esa política implique más contagios y muertos. A ella eso ni le va ni le viene, son cosas de pobres, eso lo sufre gente como la que le asiste. Pues que le pongan otro cuando se muera.
La pandemia entiende de clases, por eso a Victoria Abril le pasa por debajo. La clase trabajadora y los más pobres tienen mucho más riesgo de morir por el coronavirus, y de sufrir sus consecuencias económicas. En ciudades como Barcelona o Madrid las clases más desfavorecidas tienen entre 1,5 y 3 veces más riesgo de contagiarse y morir por coronavirus. El colectivo de limpieza, las limpiadoras, son el sector con una tasa de contagio más alto incluso que el de los sanitarios. Quien se pela las rodillas limpiando, Victoria, no puede permitirse discursos de fiestas y libertad porque les va la vida en ello. Los pijos de colores no son diferentes a los "cayetanos", se creen mejores, más progres, pero son el mismo detrito insolidario y egoísta que prefieren pasear sobre los cadáveres de la clase trabajadora antes de que les paren la fiesta.