Son llamativas, vienen en latas muy grandes y se han hecho muy populares entre los más jóvenes, tanto por la promesa que nos hacen de aumentar nuestra “energía”, nuestra resistencia, el rendimiento deportivo y la concentración, y otro tanto por la gran prescripción que se ha hecho de parte de youtubers, streamers e influencers.

Las bebidas energéticas son ya conocidas y la oferta de sabores, marcas y formatos, aunque empezó tímidamente prometiéndonos “alas”, hoy es raro el supermercado donde gran parte del lineal de bebidas no acoge una gran selección de ellas. Todo ello a pesar de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) las catalogó como productos que no pueden formar parte de una dieta equilibrada.

¿Qué son las bebidas energéticas?

Dicho de forma muy resumida, son bebidas a base de cafeína en grandes dosis, además de otras sustancias estimulantes como el guaraná, ginseng, yerba mate, taurina o el huasaí, y que aportan grandes cantidades de azúcar. Algo que choca con su promesa de mejorar el rendimiento y la concentración, porque las cantidades de cafeína y azúcar generar efectos totalmente contrarios. Aunque en los últimos años han aparecido versiones “zero” o sin azúcar. Pero seguimos teniendo el problema de los estimulantes.

Definir qué son es el gran problema, ya que, en España, al contrario que países como Alemania o Dinamarca, no existe una regulación específica para estas bebidas que nos diga qué ingredientes pueden contener, sus concentraciones máximas o las posibles combinaciones dentro de este mercado de bebidas energéticas. Aquí nuestro país ya va tarde teniendo en cuenta el gran consumo que se hace de ellas.

Bebidas energéticas y menores de edad

Las cifras de su consumo entre los que tienen menos de 18 años no son nada positivas teniendo en cuenta que se debería de tratar de una bebida, además de regulada, de un consumo muy esporádico y puntual. Según la última Encuesta sobre uso de drogas en Enseñanzas Secundarias (ESTUDES), de forma general, 4 de cada 10 estudiantes de entre 14 y 18 años han tomado este tipo de bebidas en los últimos 30 días.

Sobresale como uno de los mayores consumidores los varones de 14 años (encima los de menos edad), llegando a ser su prevalencia del 50%. Dicho de forma “bruta”, la mitad de los chicos de 14 años ha consumido alguna vez este tipo de bebidas en los últimos 30 días. Además, el consumo aumenta un poco con la edad. En esta misma encuesta los varones de 18% presentaban una prevalencia del 52,2%.

Si esto no fuera suficientemente alarmante y nos diera suficientes razones para regular muy bien este tipo de bebidas, el 16% de los estudiantes de entre 14 y 18 años lo ha mezclado con alcohol en los últimos 30 días, siendo mayor la prevalencia de nuevo entre los chicos.

Riesgos de las bebidas energéticas

Tanta alarma se debe a lo que la evidencia científica nos va desvelando de este tipo de bebidas desde que se “democratizó” su consumo. Según el Informe del Comité Científico de la AESAN (Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición) presentado el pasado 17 de febrero, éstas no deben estar recomendadas en niños, mujeres embarazadas o periodo de lactancia, y debe mejorarse la información al consumidor, promoverse la moderación en su consumo y evitar conductas de riesgo, como la combinación con bebidas alcohólicas.