De la misma manera que hace no tanto incluíamos al refrán "somos lo que comemos" la coletilla de "y lo que nos movemos", en los últimos tiempos se añade otro factor más a la ecuación: "y lo que impacta lo que comemos".
El objetivo actual para la alimentación ya no es solo una dieta sana y equilibrada junto con un estilo de vida activo, también debe ser sostenible. Responsable con el planeta y con nuestro entorno, de tal manera que no hablamos ya de la salud de cada uno de nosotros, si no de una "salud global". Es decir, de cada individuo y del planeta donde vivimos, así como todo lo que él alberga.
En línea con lo anterior, todas las publicaciones y recomendaciones parece que apuntan hacia un camino común: una dieta con mucha mayor carga de alimentos de origen vegetal como las frutas, verduras y legumbres, así como una disminución de consumo de alimentos de origen animal, como la carne y los pescados.
Lo que ha sorprendido esta semana es el tuit de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) donde ha dado las nuevas recomendaciones dietéticas, enfocadas no solo en nuestra salud y nutrición, sino también para el medioambiente.
Aunque a primera vista, no parecía haber ninguna novedad, ya que las recomendaciones abrían con el famoso "5 raciones de frutas y verduras", sin especificar qué son las raciones mínimas, o el usar aceite de oliva; cuando leías más en profundidad la infografía había cosas que llamaban la atención.
Por un lado, las raciones de cereales, que bajan hasta las 3-6 raciones diarias (sin tener en cuenta el nivel de actividad física de la persona, ni especificando que deben ser 100% integrales), o que los huevos son de 0 a 4 raciones a la semana, cuando llevamos ya años diciendo que por un huevo al día no hay problema (incluso varios).
Destaca también que de legumbres recomiendan entre 4 y 7 raciones a la semana, lo que supone un paso hacia delante, ya que las recomendaciones que veníamos comunicando eran de 2 a 3 a la semana; o que se consuma agua de grifo cuando sea posible. Claramente para disminuir el impacto de los envases.
Pero la polémica se ha montado con los pescados, carnes y lácteos. Mientras para las carnes y lácteos la recomendación es de 0 a 3 raciones a la semana, es decir, incluso se contempla no comer ni carne ni lácteos, el pescado es 3 o más raciones. Claramente con una influencia fuerte para que la dieta sea sostenible, aunque la carga parece que va más dirigida a los lácteos, ya que indicaba en otro tuit sobre ellos "debido a su elevado impacto ambiental se sugiere reducir el número de raciones diarias si se consumen otros alimentos de origen animal".
Es decir, que si como carne y pescado, lo mejor es que reduzca lácteos por su impacto ambiental. Pero, ¿es mayor el impacto de la leche o los yogures que el de la carne, los pescados (sin especificar si son de piscifactoría o no), o los huevos, sin tampoco especificar de qué forma se producen? Permítanme que dude. De hecho, en caso de reducir alguno de los dos, nutricionalmente el impacto es menor si se come menos carne que si se consume menos lácteos. Salvando muchos, muchísimos factores que entran en juego. Solo como ejercicio simplista.
Parece que genera más dudas que aclara. Porque visto así, grosso modo, si consumo menos lácteos, pero sigo con el mismo modelo de consumo de carnes y pescados, reduzco más el impacto. Una simplificación demasiado peligrosa. Ya que perdemos de vista la recomendación inicial: más vegetales y menos animales.
Y a eso, añadámosle: de cercanía, kilómetro cero, con procesos de producción respetuosos y sostenibles con el medio ambiente. Y no hace falta la mayoría de las veces buscar una etiqueta "eco". Basta con bajar al mercado o a las tiendas del barrio. Comprar a los productores de nuestra comunidad o comarca. Y no entrar en si hay que consumir más o menos lácteos, carnes, o pescados. Centrémonos en más vegetales de aquí, de nuestra tierra.