Hola, David. No he llegado a conocerte ni te voy a conocer nunca porque todo parece indicar que dejaste este mundo hace unas cuantas semanas. Tu madre, Macarena, le ha contado a la Policía que acabó con tu vida y que te arrojó a un contenedor de basura. Nadie sabe cuándo, cómo ni dónde lo hizo, pero llevan buscando tus restos desde mediados del mes pasado. Aún no han encontrado nada y no va a ser fácil, porque el vertedero de Valdemingómez, el sitio donde te buscan, es un lugar gigantesco donde acaba toda la basura de Madrid. Donde parece que has acabado tú también. Y es que nunca tuviste suerte.

Naciste hace 14 años en Morón de la Frontera (Sevilla) con una rara enfermedad neurológica –síndrome de West– que sólo afecta a uno de cada 5.000 bebés. Y te tocó a ti. Toda tu vida atado a una silla de ruedas, esclavo de los espasmos que llegan sin avisar y sin la posibilidad de hacer lo que hacen todos los niños: moverse, jugar, correr, hablar... Pese a ello, tus padres, Antonio y Macarena, y tu hermana Miriam han intentado siempre que tu vida fuese lo mejor posible y, sobre todo, te han querido. Sí, tu madre también te ha querido. Aunque ella sea quien haya acabado contigo, víctima de unos males que devoran a quienes los padecen y a todos los que los rodean: esquizofrenia y trastorno bipolar. Aún hoy, cuando han pasado tres semanas desde que confesó haberte matado, no ha habido forma de sacar de ella nada coherente. Ni siquiera es consciente de lo que ha hecho contigo.

Has tenido mala suerte hasta después de muerto. Te asesinaron poco antes de que un volcán hiciese que todos los focos apuntasen a un rincón de España y olvidasen todo lo demás. La búsqueda de tu cadáver sólo interesa –y mucho, créeme– a los policías de la UFAM Central que se encargan de ella. No tuviste la suerte de otros de tu edad que acabaron como tú y de los que nos ocupamos todos los periodistas y hasta fueron merecedores de hashtags en las redes. Tu imagen no la reconoce casi nadie y hasta algunos se sienten incómodos con ella y dicen que "no vende". Lo dicho, David. Siempre has tenido mala suerte. Aunque sólo seas un niño asesinado por su madre. Pero hay niños y niños. Y asesinatos y asesinatos. Nunca lo comprenderás. Yo tampoco.