A pocos minutos de empezar el concierto, Pablo López se encierra sólo en el camerino para tocar su piano del que habla así: "Es como si estás en un bar y te mira a los ojos alguien especial y te das cuenta que es la mujer de tu vida. Pues aquí la tenéis".
Es su momento de soledad justo antes de subir al escenario con sus músicos, los mismos con los que lleva tocando desde el inicio. "Somos niños que nos permiten salir al recreo a tocar y hacer música", afirma Pablo López.
Es ahí en el escenario, junto a su público, cuando consigue, según cuenta, "una comunión maravillosa". "Ellos ven parte de ellos en el escenario, es como si fuéramos una sociedad anónima", añade.
Una sociedad que celebra su cuarta nominación a los Grammy Latinos. Pablo López cuenta que la noticia de la nominación le pilló "echando una siesta de campeonato". "Cuando me lo dijeron me pensaba que estaban cachondeándose", cuenta.
Pero cuando vio que la cosa iba en serio, llegó la reflexión: "Sentir conlleva sentir y sentir. Es muy bonito poder tener la suerte de caerme porque levantarme me da un gusto tremendo". Hay muchas maneras de tocar el piano pero el sello de Pablo López no deja indiferente.