Aunque ‘Regreso al Futuro’ fue la mejor de las publicidades, el futuro del DeLorean fue un estrepitoso fracaso. Se vendieron tan solo unas 6.000 unidades del coche. Y la bici de plástico tampoco echó a rodar lo que se esperaba: se suponía que iba a revolucionar la industria sueca pero fracasó porque la bicicleta se tambaleaba.
Son dos ejemplos que podemos conocer en el 'Museo del Fracaso’, que acaba de abrir sus puertas en Suecia. El primer centro que no reúne las grandes obras maestras del mundo. Aquí, solo hay sitio para los peores fiascos.
Como la lasaña congelada de Colgate de los 80. Los consumidores no podían asociar una marca de dentífrico con un alimento. Y si hablamos de mezclas de sabores, Coca cola Black fue de los peores: la mezcla de café y Coca-Cola no llegó a enganchar.
El objetivo del Museo no es evidenciar los chascos de las grandes marcas. Al contrario. Mostrar que para el éxito es necesario arriesgar. Así, todas las piezas del museo son ideas desastrosas que reivindican el respeto al fracaso, a saber aprender de los errores.
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Un gesto internacional
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