Una crisis no llega de un día para otro. Es la sucesión de pequeños acontecimientos que acaba explotando en un momento determinado. En el Real Madrid, todo comenzó el día menos esperado.
26 de mayo de 2018. Después de ganar la tercera Champions League de manera consecutiva, Cristiano Ronaldo, estandarte del dominio del club blanco en Europa, dice la famosa frase: "He sido muy feliz en el Real Madrid". Mientras todos celebran, cae la primera pieza del castillo de naipes.
Esa fue la primera señal de que algo no iba bien, la segunda llegaría con la salida repentina de un Zidane que se veía venir lo que se avecinaba en el conjunto blanco. El sostén de un equipo de leyenda se marchó a su estilo, dejando mucho más que la tarea que se le ha había encomendado tres años atrás.
Después llegó el verano, con un Mundial de por medio, en el que Modric se consolidó como una de las figuras más destacadas. Antes, incluso antes de que se pusiese el balón a rodar en Rusia, el Real Madrid anunció que Julen Lopetegui, seleccionador nacional de España, cogería las riendas del equipo después de la cita mundialista.
Refuerzos sin revulsivo
El escándalo fue mayúsculo, tanto como el enfado de la Federación y de Luis Rubiales, que cesaron fulminantemente a Lopetegui, poniendo a Fernando Hierro como director de orquesta a dos días del debut contra Portugal.
Lo cierto es que la salida de Cristiano Ronaldo hacía pensar que llegaría una estrella, un nuevo galáctico que volviese a ilusionar a la afición blanca, más después de varios veranos sin desembolsar una gran cantidad económica por un jugador. El resultado fue la nada.
Llegaron fichajes, sí, pero ninguno para ser titular en un equipo con muchas debilidades. Courtois, el muro de Bélgica, fue un fichaje de élite para un puesto que no corría prisa tapar como era la portería, en la que se han juntado dos porteros de élite que se reparten los minutos entre Liga y Champions.
Odriozola se fichó para apuntalar una defensa que es uno de los grandes puntos débiles de este equipo. Ni Ramos, ni Varane, ni Marcelo están a su mejor nivel, cometiendo errores que le han costado puntos y partidos al Madrid. Vallejo está lastrado por las lesiones y Nacho queda relegado al papel de comodín desde el banquillo.
Sin referentes
Más adelante, está un centro del campo en el que se sigue confiando en el trío formado por Casemiro, Kroos y Modric. El croata es el que más está notando los efectos de un Mundial agotador para Croacia, perdiéndose los primeros partidos del Real Madrid y completando actuaciones muy lejos de su nivel. Kovacic forzó su salida al Chelsea y no se fichó a nadie, confiando en Ceballos.
Arriba, Asensio ocupa el puesto que dejó Cristiano Ronaldo, siendo también Isco el elegido por Lopetegui. Lo cierto es que su cambio de estilo, con mayor posesión, les beneficia a ambos, pero al equipo blanco le quita una pegada notable en situaciones en las que el rival cierra espacios.
Mariano fue el gran refuerzo del cierre del mercado de fichajes. Cogió el '7' de Cristiano y entró por los ojos de una afición ávida de referentes en el campo. Bale no es suficiente, Benzema no es suficiente. Pese al buen arranque de ambos, siempre han sido cuestionados por buena parte del Bernabéu por las lesiones o la irregularidad.
Una crisis vertical
También está el caso de Vinicius, a medio camino entre el Castilla y el primer equipo, una explosión que la afición pide que suceda, pero que Lopetegui sigue aguardando. Le dio minutos en el derbi contra el Atlético de Madrid, pero no ha dejado más que destellos en el poco tiempo que ha disfrutado con la camiseta blanca.
Mientras, los rivales se han fortalecido. El Atlético de Madrid cuenta con una plantilla más amplia que la del Real Madrid y el Barcelona, con sus carencias, también sigue contando con jugadores de la talla de Messi, Coutinho o Ter Stegen. Y todo esto con la reforma del estadio, un proyecto que supondrá un desembolso notable por parte del club, cada vez más cerca.
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Lopetegui no es el único culpable de una crisis que es más vertical que horizontal. Un modelo que puede levantarse porque tiene todo el margen del mundo para ello, pero que muestra síntomas de un agotamiento como no se recuerda en los últimos años. La salida de Cristiano fue el primer paso, no el más dramático, pero sí el que más dejaba en evidencia que llega un nuevo ciclo para los blancos.