Cómo cambia todo en tan solo unos minutos. Cómo cambió todo para el Barça desde que se fueron al descanso hasta que volvieron del mismo. Sí, tan solo 15 minutos. Quince que fueron suficientes para ver una transformación de la luz en la oscuridad, de la música más coral al aporreo de teclas más mundano. De una victoria que podía terminar en goleada a una imagen más que preocupante ante el Celta de Vigo en Balaídos. Y empate.
Si, Xavi tiene trabajo. Tiene mucho trabajo. Tiene que hacer entender a sus pupilos que los partidos no duran 10, 20 o 45 minutos. Que duran 90. Que hay que estar enchufados. Que llegar con 0-3 a vestuarios no vale de nada si se van a casa de vacío. Y eso sucedió... porque un punto, en Vigo, ganando por tres goles de diferencia, es irse de vacío.
Absolutamente nada hacía presagiar lo que pasó al final de los 90 minutos atendiendo al primer acto. Pero al término del segundo lo que eran risas y alegrías allá por el lejanísimo minuto 35 se transformó en sufrimiento y en nervios. Porque las piernas temblaban. Temblaban mucho.
Y, de repente, el caos
Era un 0-3 lo que había en el marcador al descanso. Un 0-3 tras una primera parte excelsa. Con un gran fútbol. Con un De Jong que, por fin, tenía ganas de jugar. Ansu abrió el marcador. Luego anotó Busquets. Posteriormente, Memphis. El Celta, K.O. Como el 10 del Barça, que se marchó lesionado. Desde ahí, todo malas nuevas.
Muy malas. Malísimas. Más que jugadores, los azulgranas eran flanes aún con un 0-3 cuando restaban 45 minutos. Superados. Superadísimos ante un huracán celeste que les metió atrás. Que les hizo parecer un equipo pequeño. Que les destrozó y les deja más que tocados a la espera de Xavi.
Riqui Puig, que entró por Nico, estuvo fatal. Lenglet, lo mismo. En ataque, absolutamente nada. Y Ter Stegen que era como si no estuviera. Aspas acortó distancias. Él creía. Y el resto de compañeros también.
Porque antes de su gol hubo otro, anulado. Y después otro más. Anulado también. En esas, un posible penalti, pero tampoco. Sin embargo, y a falta de 20 minutos, tanto de Nolito.
Dos a tres, y el Barça, de moral frágil y ánimo cambiante, ya estaba hundido. Ya había capitulado en Balaídos. Lo único que les podía salvar era el reloj. Era que llegase antes el final que el tercero del Celta. Porque iba a llegar. Y llegó lo segundo antes que lo primero.
Aspas consuma el desastre
Ya era en el 96. Aspas, de nuevo, batió a Ter Stegen y convirtió la fiesta de despedida de Sergi en un absoluto desastre con el que el entrenador, tras dos partidos de LaLiga, suma dos puntos de seis. En la línea de Koeman.
Y para colmo, más lesionados. Dembelé, habitual en la enfermería, estará acompañado por Nico, por Eric García y por Ansu. Sí, lo que parecía lo único amargo con un 0-3 en el marcador resultó no serlo. Porque todo, absolutamente todo l oque pasó en Vigo, fue y es amargo para un Barça que tiene, por desgracia, mucho tiempo para pensar por el parón de selecciones. Ahora le toca a Xavi.
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