Iba a tocar sufrir. Se sabía que iba a toca sufrir. Que no iba a ser sencillo. Que, a pesar de las buenas sensaciones, a pesar de contar por victorias todos los partidos de la Eurocopa y a pesar también de las buenas sensaciones mostradas, iba a ser lo que terminó siendo. Porque delante de España estaba Alemania. Estaba la todopoderosa Alemania. Estaba la anfitriona del torneo.
La otra gran favorita. La siempre gran favorita. Sea cuando sea. Se juegue lo que se juegue, Alemania siempre está. Siempre compiten, salvo contados casos. Siempre, aunque parezca que no, están. Y en su casa estaban, sin duda estaban. Pero ya no, y no están porque la Selección, los de Luis de la Fuente, les han dejado fuera.
Les han eliminado. Les han mandado 'a casa'. Una en la que ya estaban. Una que, de repente, se quedó en silencio. Que se congeló. Que, cuando ya oteaban los penaltis, vio cómo se repitió la misma historia de hace 14 años. Vio cómo Carles Puyol encontró a su heredero.
Mikel Merino, en el cielo de Stuttgart
Porque no olvidan el cabezazo del catalán. Porque ese testarazo, ese golazo del central, sigue en la memoria tanto de españoles como de germanos. Sí, ahí sigue. Y ahí es donde está ya el tremendo gol de Mikel Merino. El salto del mediocentro vasco. El vuelo por el aire de un futbolista, de un jugador de la Real Sociedad, que cuando todo parecía irse a la lotería de los penaltis dijo 'no'.
Dijo que hasta que no se pitase el final había partido. Y sí, lo había. Porque el centro de Dani Olmo iba con música. Iba perfecto. Iba directo a la cabeza de Mikel. Del 6. De alguien que la puso imposible para Neuer. Tan solo pudo mirar. Tan solo pudo ver cómo entraba un balón que supuso el final de Alemania en Stuttgart. Que supuso el final de la carrera deportiva de don Toni Kroos.
Así terminó para él. Y empezó de la misma forma en la que se desarrolló todo el envite. Porque fue pura intensidad. Porque el 8, en cinco minutos, bien pudo irse a la caseta tras dos entradas durísimas sobre Pedri y Lamine Yamal. El canario, lesionado. En su lugar, Dani Olmo.
Dani Olmo, un '10' de diez
Y cómo está el futbolista del RB Leipzig. Está, como suele decirse, con la flecha hacia arriba. Fue quien más entendió todo. Ya fuera por el medio o por la banda, él siempre tuvo las ideas claras. Y siempre ponía la bola donde tocaba. Porque si suya fue la asistencia en el gol de Mikel, de sus botas salió el disparo que puso el 1-0 en Alemania.
Sutil fue. Un, por definirlo de alguna manera, un pase a la red. Un toque preciso hacia la red ante el que Neuer no pudo hacer nada y que sirvió para, lógicamente, despertar a los anfitriones. Porque llevaban sesteando toda la primera mitad y parte de la segunda. Porque fue entonces cuando entendieron todo.
Cuando, además, recibieron la 'ayuda' de los cambios de Nico Williams y de Lamine Yamal. Ellos, todo a Fullkrug. Todo al delantero del Borussia Dortmund. Todo, a colgar balones al área. Alguna tenía que ser, y fue en el minuto 89 con un tanto de Wirtz en una acción algo embarullada en el área.
Pero nada. España no se vino abajo en la prórroga. España, que ya no es esa selección que siempre cae en cuartos, puso personalidad en el verde para noquear a los anfitriones. En el 119, Merino se alzó al cielo de Stuttgart para deshacer el empate.
A dos partidos. A dos victorias
Para poner a la Selección en semifinales. Habrá bajas, como la de Carvajal. Como, posiblemente, la de Pedri. Pero España está en semifinales. España está a una victoria de estar en la final. España está a dos de ganar una nueva Eurocopa. Ganar y ganar. No hay más.