Imagen bochornosa la que se ha vivido en el Metropolitano. Imagen que, además, ha dado la vuelta al mundo. La ha dado porque ha sido en un derbi. En un encuentro ante el Real Madrid. En un partido que vio cómo los futbolistas de Atlético y del equipo de Ancelotti se tenían que ir a vestuarios por el masivo lanzamiento de objetos en el área de Thibaut Courtois.
Con una acción que se mantuvo en el tiempo y que terminó por hacer actuar al colegiado. Hizo lo que debía. Fue a los banquillos. Habló con quien había que hablar y entonces empezó lo que no se quiere ver en un campo.
Porque un aficionado, repetimos, un aficionado, entró en el verde del Metropolitano. Saltó la valla. Encapuchado, cómo no, y hablando además con Koke y con Giménez. Con Diego Pablo Simeone, que pedía calma desde la distancia. El hincha, tras la conversación con los rojiblancos, volvió a la grada.
No sirvió de mucho. Más y más objetos que caían al verde. Más y más mecheros que se veían en el césped. Al final, a la caseta con la amenaza de suspensión en el ambiente.
Pasados unos diez minutos volvieron. Con Simeone al frente. Pidiendo, de nuevo, calma. Calma porque sabía lo que podía pasar. Porque él es el, por llamarlo de alguna manera, 'comandante en jefe' del Atlético. Al final, la bola echó a rodar.
Pero esa imagen, la de los jugadores del Atlético hablando con un encapuchado en el mismo césped del Metropoliano, queda grabada en un derbi que avergüenza al fútbol.
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