Por si había alguna duda, el público del Real Madrid ha dejado claro que Gareth Bale no es de momento bienvenido al Santiago Bernabéu. Tras la polémica del cántico y la bandera con Gales, la afición madridista ha recibido al 11 con una brutal pitada en el partido que han jugado ante la Real Sociedad.
Fue suplente, pero ya se veía venir que algo iba a suceder si entraba al verde. Cuando sonó su nombre por megafonía, pitada. Y cuando entró al campo en detrimento de Rodrygo cuando el crono marcaba el minuto 67. Nada más ponerse al lado del cuarto árbitro, música de viento... y menudo recital en cuanto puso un pie en el terreno de juego.
Porque la pitada fue tal que es complicado encontrar cuándo han pitado de tal manera a un jugador de su equipo, y más aún sin ser por algo que hubiera pasado en dicho partido o por una actuación para olvidar. A saber cuántos decibelios alcanzó el concierto.
No quedó ahí la cosa, pues en cada balón que tocaba se llevaba el broncazo del respetable. Era claro que era él quien tenía el cuero por el murmullo que había detrás, y al galés lo cierto es que le dio prácticamente igual. Tras clasificar a su selección estaba motivado.
Lo que hacía tenía sentido, tanto cuando tenía la pelota como cuando no la tenía. Primero trató de poner un buen balón al segundo palo después de una buena acción individual, y más tarde a punto estuvo de batir a Remiro en un jugadón. El arquero salvó el 4-1 y a saber qué más.
Y es que si hay una forma de cambiar los pitos por los aplausos es así, salvo claro está que la afición del Real Madrid la haya tomado contigo por algún tema personal. Lo de 'Gales. Golf. Madrid' es de esas cosas complicadas de olvidar... pero todo se puede superar.