Alguno llegó al Santiago Bernabéu ya con un 1-0 en el marcador. Alguno se perdió algún gol, alguna jugada. Algún detalle importante. Alguno se debió perder algo porque, directamente, estaba prohibido parpadear en el Real Madrid - Granada. Cual cafeína fue el partido entre el primero y el segundo, que fue como un ying y un yang para los blancos para finalmente dejar los tres puntos en casa en un vibrante 4-2 final.
Porque dos caras fueron las ofrecidas por el Real Madrid. La primera, la versión apisonadora. No se hizo además esperar demasiado dicha imagen, pues en el minuto 3 ya iban ganando a un equipo que, recordemos, tardó lo mismo en hacerle un gol al Barça en Los Cármenes. Lo marcó Benzema, pero bien pudieron dárselo a Gareth Bale.
Menudo pase se inventó el galés desde la derecha. Suave, con efecto, rasa y directo a la bota del '9' del Real Madrid. Otro día quizá ni habría intentado ese envío, pero hoy era el cuando. Porque hoy lo intentaron todo, y todo les salió. De haber sido el FIFA se hablaría del 'handicap'; aquí directamente es que los de Zidane fueron mejores. No hay más.
Fede Valverde se gana un sitio
Los nazaríes apenas salían de su propio campo. El motivo, la presión blanca. Sobre todo la presión de un jugador que quiere ser titular y que pide a gritos serlo con cada encuentro que juega. Fede Valverde fue, simplemente, el emperador del Santiago Bernabéu. Todo lo hacía él, y además lo hacía bien. Si tocaba correr corría. Si tocaba presionar, presionaba. Y si había que distribuir o robar ahí estaba él.
Eso hizo, pero al revés, en el 2-0. Llegó en el descuento del primer acto, y supuso además el primer gol de Eden Hazard con la camiseta del Real Madrid en esta Liga. Error garrafal del Granada, baón para Fede y posteriormente para el belga. El 7, de vaselina, batió a Rui Patricio. Golazo.
Y golazo fue el de Luka Modric, que entró por un lesionado Kroos. El croata se sacó un latigazo desde la frontal que fue directa a la escuadra del arquero nazarí. Hasta ahí todo correcto, con una versión lumínica del Real Madrid que, de repente, se quiso ensombrecer. Areola dio motivos para ello, con un par de acciones que hicieron creérselo al Granada.
Penalti absurdo de Areola
La primera fue una salida en falso. Nada grave. La segunda fue un penalti absurdo por hacerse un lío con el balón en los pies. Menudo patadón le pegó al delantero del Granada, y Darwin Marchís se encargó de hacer el 3-1 con un tiro potente y seco. Lo adivinó, pero no llegó.
El Granada creció, y Varane salvó el 3-2 de Duarte. Fue él quien, justo en la siguiente jugada, el que puso dicho resultado en el luminoso. Sí, entraron los nervios y la congoja con el Levante en la memoria, pero James puso calma.
El colombiano anotó el 4-2 en el descuento, se quitó la camiseta, vio la amarilla y así el Real Madrid pudo celebrar tres merecidos puntos. Fueron mejores durante el 80% del partido, y con LaLiga llegada ya a su octava jornada son líderes. Ahora toca parón de selecciones, al que los blancos llegan con una sonrisa en la cara.
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