En la retina de los aficionados al fútbol, sea cual sea la bufanda que se enfunde cada domingo, siempre quedará marcada una imagen que hoy, jueves 19 de noviembre, cumple 15 años. Tal día como hoy en 2005, Ronaldinho dio una 'masterclass' en el Santiago Bernabéu que culminó con la inédita ovación de la parroquia del Real Madrid.
0-3 en casa del eterno rival, 'doblete' del Gaúcho y un estadio puesto en pie ante la evidente superioridad del cuadro culé. Y eso que todo venía estando muy igualado entre ambos conjuntos en las jornadas anteriores, pero el dominio de los de Rijkaard dejó al descubierto el declive que se estaba produciendo en el equipo de 'Los Galácticos'.
Con Vanderlei Luxemburgo en el banquillo merengue, un punto separaba a ambos equipos en la duodécima fecha del calendario de Liga. Por el Barça ya asomaba un jovencísimo Leo Messi, que ya dejaba destellos del duende que atesoraba en sus botas con el '30' cosido a la espalda.
Sin embargo, las estrellas de la noche en Madrid fueron sus dos parejas de baile en el ataque: Samuel Eto'o y Ronaldinho. De botas del camerunés llegó el primer gol azulgrana, pero la velada estaba reservada para, posiblemente, la mayor exhibición de Ronaldinho sobre un terreno de juego.
Carril izquierdo en tres cuartos, un recién incorporado Sergio Ramos frente a él y la magia y electricidad del mejor 'Gaúcho' que el mundo vio. Sus dos goles fueron muy similares, pero daba la impresión de que cada vez que lo intentase, mínimo, se iba a poner cara a cara contra Casillas, que terminó siendo el mejor jugador del Real Madrid en aquel partido.
Primero, Ronaldinho recogió el balón en el centro del campo para dejar en el camino con suma facilidad a Ramos, posteriormente ancló al verde a Iván Helguera con otro cambio de ritmo vertiginoso para, como broche final, definir con templanza ante el 'Santo'.
Ya en la segunda parte llegaría el gol de la ovación. El que consumaba la superioridad culé y las 'vacas flacas' del Madrid de Luxemburgo. Mismo carril, misma defensa de Sergio y mismo resultado. Velocidad, regate y desequilibrio fueron los ingredientes de la 'caipirinha' con la que deleitó Ronaldinho al respetable blanco, que acabó poniéndose en pie y reconociendo el partidazo del brasileño en forma de aplausos, algo inédito hasta la fecha y que, de una menor manera, se repitió con Andrés Iniesta.
Semanas después, el extremo del Barça sería oficialmente nombrado como mejor jugador del mundo tras recibir el Balón de Oro y el FIFA World Player, consumando una temporada para el recuerdo del aficionado blaugrana con la segunda Champions del cuadro de la Ciudad Condal en París frente al Arsenal.