El campeón italiano, el Nápoles, en su campo, el Diego Armando Marandona. No iba a ser una tarde plácida para el Real Madrid en la Champions. Y no lo fue, claro. Pero los blancos (de negro en Nápoles) se llevaron la victoria en un partido en el que tuvieron que sufrir hasta el pitido final.

Fede Valverde marcó el tanto de la victoria para el cuadro de Carlo Ancelotti. Antes, Vinicius y sobre todo Bellingham brillaron con dos golazos. Lo del británico, en sus primeros meses como madridista, es absolutamente de locos.

Con toda la delantera sana, Ancelotti volvió al plan del inicio de la temporada: dos atacantes y Joselu al banquillo. Vinicius y Rodrygo Goes serían los encargados de buscar el gol en el estadio Diego Armando Maradona.

Pero fue el Nápoles el que se puso por delante. Una horrible salida de Kepa, con puño al aire incluido, provocó que Oestigaard cabeceara en segunda instancia al fondo de la portería.

Otro error, el del Nápoles en la salida, acabaría en el empate del Madrid. Vinicius se reencontró con el gol después de su lesión. Una de sus definiciones milimétricas al pase largo. La recuperación y el pase, de un Bellingham siempre estelar.

El inglés es capaz de todo. De absolutamente todo. Una jugada 'maradoniana', regateando a todos los defensas que se cruzaban en su camino, acabó con el segundo del Real Madrid. Otra vez su celebración, con sus compañeros rendidos a su fútbol.

El colegiado señaló penalti por mano a favor del Nápoles tras revisarlo en el monitor. Nacho había tocado con el brazo en su propio área. Una decisión que Ancelotti no podía entender, insistente en sus protestas. No falló Zielinski.

Fue sorprendente cómo el Madrid perdió la pelota en el segundo acto. Los mejores minutos de Kvaratskhelia en los locales. Y Ancelotti 'tiró' rápidamente de Modric, que otra vez había iniciado desde el banco.

Y cuando mejor estaban los locales, fue Fede Valverde el que silenció el Diego Armando Maradona. Uno de esos zapatazos que tanto había echado de menos el madridismo. Se estiró Meret, pero la fuerza del golpeo fue salvaje.