Menudo fin de semana de Marc Márquez. Menuda exhibición. Menudos trucos de mago, de maestro, que ha mostrado el catalán en Le Mans. En Francia. En un circuito en el que todo parecía torcerse en la mañana del sábado y del que puede salir con una gran sonrisa en la cara. Porque si lo de la sprint fue lo que fue, lo de la carrera del domingo ha sido mucho mejor.
Y eso que no era fácil superar lo que hizo el sábado. Porque ganó nueve posiciones en la salida. Porque terminó segundo. Porque todo lo hizo saliendo 13º. Y sí, todo ha vuelto a hacerlo saliendo desde ahí.
En cuanto dio comienzo la prueba, y con otra arrancada 'made in Marc', Márquez se puso octavo. Cinco posiciones ganadas. Cinco. Y a partir de ahí, a correr. A presionar. A adelantar.
Al que se le ponía delante...
Le daba lo mismo que delante estuvieran las Aprilia que algunos pilotos Ducati. Le daba lo mismo Espargaró que Viñales. Y también le daba lo mismo que el de delante fuera Di Giannantonio.
Nadie podía parar a Márquez. De repente, era tercero. Y luchando por la victoria con Bagnaia y Martín. Era Marc el más rápido en pista... y Pecco ya sabía qué era lo que se le venía encima.
En las últimas curvas, el de Cervera, con la Gresini, con una Ducati inferior a la de Bagnaia, le sobrepasó. Le adelantó tras un intenso duelo que ganó Marc. Porque Pecco, actual campeón, no pudo ni con Jorge Martín ni con Marc Márquez.
La decisión de Ducati...
Los dos, primero y segundo. Los dos, poniendo de nuevo el color y el acento español en el podio de Francia. Junto a ellos estaba Bagnania... y esa sensación en el ambiente que en Ducati van a tenerlo más bien complicado para elegir quién se viste de rojo. Para elegir quién es el que se lleva esa preciada moto de fábrica. Esa moto oficial.