Nueve segundos. Esa ha sido la distancia que ha separado a Fernando Alonso de la victoria número 33. El asturiano completó una gran carrera, superando primero a Lewis Hamilton con un adelantamiento magistral para hacerse con la segunda posición y siguiendo después el ritmo de Max Verstappen.
Pero cuando se convirtió en una amenaza real para el neerlandés, recibió la orden de hacer 'lift and coast', es decir, levantar el pie del acelerador antes de la curva para reducir la velocidad, lo que le hizo perder más de cinco segundos respecto al de Red Bull.
En un principio, todo el mundo pensaba que se debía a un problema de frenos. Así se lo hizo saber a Lewis Hamilton su ingeniero de pista, Peter Bonnington. "Creemos que Fernando tiene un problema con sus frenos traseros", le dijeron al heptacampeón del mundo.
Sin embargo, tras la carrera, Mike Krack, director del equipo Aston Martin, explicó que se debía a un problema de consumo de gasolina. "Pensábamos que teníamos un problema con el sistema de combustible, aunque quizá fuera una falsa alarma. No había que arriesgar", dijo Krack en declaraciones a 'DAZN'.
Al cruzar la meta, su ingeniero, consciente de la oportunidad perdida, compartió su rabia con Alonso. "Sin ese problema, Verstappen..." dijo el ingeniero, pero el bicampeón del mundo interrumpió su frase para levantar los ánimos del equipo: "Lo sé, lo sé, no hay nada que decir. Buen trabajo, chicos, estoy contento, muy contento, he dado todo, otra vez. Y dos grandes paradas".
Tras bajarse del coche, el asturiano quiso mandar otro mensaje optimista de cara al Gran Premio de Austria. "En realidad no lo sé. No me lo dijeron, tal vez fue para que no me preocupara demasiado. Pero no sé. Sentí que el coche estaba bien, pero tuve que seguir las instrucciones. Así que sí, con suerte, eso significa que teníamos un poco más de ritmo. Así que a ver si la próxima carrera ponemos más presión sobre Max", dijo Fernando Alonso en declaraciones a 'DAZN'.