No todo iban a ser sonrisas y fiestas. No todo iban a ser celebraciones. No, no iban a serlo. No podían serlo. Y sí, se veía venir. Se veía venir que más pronto que tarde algo así iba a suceder. Se veía que Fernando Alonso, y que Aston Martin, iban a tener la carrera. La carrera de la que aprender. La carrera en la que sufrir. La carrera que no se debe volver a repetir. Y, desgraciadamente, ha sido Singapur.
Ha sido Marina Bay. Ha sido un Gran Premio en el que viendo cómo era el coche a comienzos de curso debería haber sido lo contrario de lo que terminó siendo. Porque Singapur, revirado circuito en el que la velocidad importa pero no tanto con cómo se comporte el coche en curvas y en frenada, ha sido un total y absoluto fiasco.
Un desastre. Uno de principio a fin. Porque Alonsosalió séptimo. Ni tan mal. Buena posición. Mejor cuando ganó la plaza de Kevin Magnussen. Pero nada. Un espejismo. Uno en el que la realidad fue la fue. Y fue ver a Fernando entrar a meta como el último de los coches que terminaron la exigente prueba de Marina Bay.
Sí. Y lo peor no fue el destino sino el camino en sí mismo. El viaje en cada una de las 62 vueltas en disputa. No había ritmo. Ninguno. No dio nunca la sensación de poder acercarse a los de delante y lo peor es que los de detrás sí parecían ser más consistentes.
"Este coche es inconducible"
"Este coche es inconducible", dijo Alonso por radio para confirmar lo que se veía a simple vista.
Ya tenía en aquel entonces una sanción de 5 segundos por sobrepasar la línea del pit lane. Verstappen se libró de tres penalizaciones en clasificación, pero Fernando una investigación tuvo y una se llevó. La cumplió en carrera.
Para su desgracia, porque al entrar por segunda vez a boxes tuvo una de esas paradas de, cuidado, 25 segundos. En Singapur. Nada. Se acabó. Todo se fue al garete. Y ya su salida de pista, algo impropio en él, dejó claro la incomodidad que sentía con el AMR23.
Próxima parada, Japón
Una decepción total y absoluta que por suerte puede encontrar redención en no demasiado tiempo. Llega la pista favorita del bicampeón. Llega Japón.