Exhibición total la de Fernando Alonso en Singapur. Como en Bakú, el asturiano hizo algo que ni en Aston Martin pensaban que iba a ser capaz de hacer al llevar más allá del límite al AMR24. Al poner al coche en un lugar en el que ni en los mejores sueños en la fábrica de Silverstone imaginaban que iban a poder estar.
Pero así es él. Así es el bicampeón del mundo. Así es un piloto por el que los años pasan pero para bien. Porque parece que cada vez es mejor. Porque cuando alcanza su nivel más alto luego lo supera. En Marina Bay, lo mismo.
Como siempre, por otra parte. Con el, según Alonso, séptimo mejor coche. Con un monoplaza al que ve por detrás de los cuatro grandes y también de Williams y de Haas. Ahí está Aston Martin. Ahí es, eso sí, donde Fernando no quiere estar.
Y como no quiere estar hace todo y más para poner al monoplaza verde mucho más arriba de lo que dicen tanto las previsiones como él mismo. En la clasificación de Singapur, en la Q2, hizo otro milagro.
Una risa concluyente
Con Lance Stroll fuera a las primeras de cambio, él puso al AMR24 en la pelea con los mejores para un séptimo puesto final debido a que los Ferrari decidieron inmolarse. Sainz, accidente; Leclerc, límites de pista.
Fue en Q2 donde estuvo la clave. Ahí no pudo con Hulkenberg. Tampoco con Tsunoda. Sí con Sergio Pérez. Sí con el de Red Bull. Y cuando se lo dijeron por radio no pudo evitar tener una de esas reacciones épicas.
"Alonso, hemos atrapado a Pérez. Buen trabajo. P10", le dijo su ingeniero en la comunicación.
Él primero preguntó si todo había acabado. En cuando se lo confirmaron, pasó de decir nada más y se limitó a lo que se limitó: "Jajajajaja".
Una buena risa de Alonso, quizá de incredulidad o de felicidad. Quizá a saber si de algo más sabiendo que con un Aston Martin había superado a un Red Bull. Sea lo que sea, Fernando es séptimo en la salida de Marina Bay.
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