'Nunca dejes de creer', dice la frase. Nunca dejes de pensar en ganar. En la victoria. En el triunfo. En creer, en saber, que puedes ser el mejor. En, por más malas que vengan dadas, no rendirse. Así son los campeones. Así son los que ganan. Así son los atletas, los deportas, como por ejemplo Carlos Sainz. El madrileño, en un fin de semana en el que pocos le esperaban, ha logrado en el GP de Gran Bretaña la que es ya su primera victoria en la Fórmula 1.
En el que logró su primera pole. Una en agua. Una en la que se dijo que quizá fue porque a uno o a otro le cogió la lluvia en mal momento. En que Verstappen o Leclerc parecían ser más rápidos. Pero ser más rápido a veces no basta. A veces hay que tener ese ADN que te lleve a la victoria. Hay que acertar. Hay que saber elegir. Hay que saber lidiar con todo lo que hay a tu alrededor.
No fue precisamente la carrera más tranquila del mundo con la que Sainz tuvo que lidiar en Silverstone. En la mítica pista de Silverstone. En una pista, la de su Gran premio 150, que jamás olvidará. Le adelantó Verstappen en la salida, una que no contó y que se repitió por el duro accidente de Zhou, y luego se las vio no solo con el neerlandés sino también con Charles Leclerc... y con Ferrari.
Presión máxima desde Ferrari
Radio tras radio, la presión para Carlos era máxima. El monegasco quería pasar, a pesar de tener un coche dañado; él, claro está, quería seguir liderando. Mientras, Hamilton acechaba en la cada vez menor distancia que había entre los Ferrari y Lewis con Verstappen fuera de combate.
Que si empuja, que si llega a tal tiempo. Tal fue la situación que Carlos se hartó. Dijo que le dejaran tranquilo. Así fue hasta que Leclerc, tras la primera parada de los dos, volvió a apretar el botón de la radio. En esas, Sainz le dejó pasar. Quizá por no llegar al tiempo necesario; quizá para que ya le dejaran tranquilo. Hamilton, por su parte, perdió opciones con una parada mala. Muy mala.
Parecía que no iba a ser la carrera de Sainz... pero apareció un invitado con quien nadie contaba. Esteban Ocon paró el coche en medio de la recta de meta y hubo 'safety car'. Hubo lo que cambió todo. Carlos paró para poner blandas. Hamilton, lo mismo. Pero Leclerc no. Charles no paró. Tenía duras. En la relanzada, con rojas para el madrileño, la orden debía ser clara.
Y Sainz respondió: "No inventéis"
No lo fue. "No inventéis", dijo por radio a su equipo mientras le pedían que dejase diez coches de distancia entre él y Leclerc. Al final Charles no fue rival para Sainz, pero no porque él quisiera ceder o porque se lo pidieran. Fue porque Carlos, directamente, era más rápido.
Por detrás, Leclerc, Pérez y Hamilton estaban de fiesta. Hostilidades varias que daban respiro a un Sainz que abrió brecha para encaminarse a su primera victoria. A la que es, desde ya, su primer triunfo en la Fórmula 1.
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El himno de España vuelve a sonar en la F1
Es el número 33 para el automovilismo español, tras los 32 cosechados por Fernando Alonso en sus épocas en Renault, McLaren y Ferrari. Así, de rojo, ha ganado Sainz. Así ha entrado Carlos en la historia del motor nacional. El himno de España vuelve a sonar en la F1.