El 'imperio Verstappen' ha caído en Melbourne, o mejor dicho, ha sido derribado por un soberbio Carlos Sainz. Todo se le puso de cara al piloto español en la vuelta 2, cuando rebasó al tricampeón del mundo con un gran adelantamiento para hacerse con el liderato de la carrera.
En ese momento, el neerlandés empezó a quejarse a través de la radio de un comportamiento extraño de su coche, y escasos segundos después sus opciones de victoria saltaron por los aires, igual que lo hizo su freno trasero derecho, que explotó por sobrecalentamiento.
A partir de ese instante, la carrera del madrileño consistió en abrir un colchón sobre Lando Norris y Charles Leclerc que le permitiese afrontar tramo final con tranquilidad.
Tras diez vueltas, Sainz ya aventajaba a sus perseguidores en cinco segundos, por lo que pudo rodar durante el resto de la carrera completamente solo, sin nadie a quien adelantar y libre de amenazas por detrás.
Giro tras giro demostró su superioridad marcando una vuelta rápida detrás de otra, tanto con los neumáticos medios como con los duros. A falta de 16 vueltas, hizo su última parada y encaró con margen la recta final de la prueba, en la que solo tuvo que administrar la diferencia con Charles Leclerc.
De esta forma, el madrileño logra la tercera victoria de su vida en Fórmula 1, la primera en 2024. De hecho, desde noviembre de 2022, es el único piloto que ha logrado subir al cajón más alto del podio sin pilotar un Red Bull, y por si fuera poco, lo ha hecho en dos ocasiones.