Ya dijo Fernando Alonso tras la clasificación en Singapur que teniendo a Max Verstappen tras él más que salir quinto era como empezar sexto. El neerlandés de Red Bull, de un coche más rápido que el Alpine, no tardó demasiado en ponerse tras el alerón trasero del Alpine en una secuencia de vueltas que dejó claro que quien tuvo retuvo. Y retiene.
Porque el bicampeón del mundo, adjetivo que busca Max esta misma temporada, aguantó como un auténtico héroe las acometidas del Red Bull en cuanto se puso detrás allá por la vuelta 10 de Marina Bay. Tal fue su defensa que Verstappen no solo no encontraba huecos sino que comenzaba a desesperase.
Y con razón estaba así, porque no hallaba la manera de hincar el diente al asturiano. Pasaban las vueltas, se reducía la distancia tanto en metros como en décimas... pero no, Alonso no perdía la calma y tenía a Verstappen bajo control.
Verstappen, incapaz
Ni un solo error cometió Fernando a pesar de tener al super coche de las bebidas energéticas tras él. A pesar de que quizá no fuese su batalla, y que Norris se escapaba, no se dio por vencido y toda puerta que podía quedar entreabierta la cerraba para evitar caer al séptimo puesto.
Pasaban las vueltas. Que si la 12, la 13, la 14... hasta la 20. Y la 21. Pero no pudo con la 22. No pudo cruzar por la bandera a cuadros por dicho giro por delante de Verstappen. No porque Max le adelantase, sino porque el Alpine dijo adiós.
"Motor, problemas de motor"
El motor se rompió, en una más para Fernando esta temporada. "Motor, problemas de motor", dijo Alonso con el coche ya parado en una de las escapatorias de Marina Bay.
Luego, lo peor aparte de la radio. Una imagen desoladora en las protecciones de la pista. Una que nunca gusta, y menos aún en la que es la carrera en la que Alonso ha entrado en la historia de la Fórmula 1.