Adrian Newey es el gran artífice de lo que está pasando con Red Bull. Del enorme dominio, e influencia, que tienen los de las bebidas energéticas en la F1. Sus diseños han llevado al equipo a ganar siete Mundiales desde 2010. A ser, además, la referencia para el resto. Porque él, dentro de los gurús, es el gurú de los gurús.

Es el gurú con el que todo gurú sueña ser algún día. El ingeniero favorito de tu ingeniero favorito. Así es Newey. Porque si Verstappen es el que conduce él es el quien le pone la máquina. Es quien pone en pista el instrumento con el que Max está mandando con puño de hierro en la F1.

Ahora, y con su autobiografía recién salida del horno, ha concedido una entrevista en 'Top Gear' en la que cuenta algo que pocos sabían.

"Hace diez años..."

Algo relacionado con sus estudios. Porque él, porque Newey, en su día cursó aeronáutica y astronáutica. A pesar de las opciones que ello deja, se decantó por el motor.

"Mi gran deseo era entrar en el mundo del motor como ingeniero de diseño. La aeronáutica era la opción lógica", dice.

Pero ojo a lo que le ofrecieron hace diez años: "Me llamó una empresa estadounidense por si me interesaría trabajar con ellos en una nave especial".

Justo coincidiendo con ese Red Bull de Sebastian Vettel. Con el coche dominante en una F1 que casi le lleva al espacio.

"¿Que si sería divertido? Sí, y peligroso. Tienen que volver de una pieza...", afirma.

Y sentencia: "Sería fascinante, pero las carreras de coches me parecen más fascinantes. Me gustan, hay un ritmo tremendo de desarrollo".