Cuánta falta le hacía esto a Fernando Alonso. Cuánta, también, le hacía falta a Aston Martin. Porque necesitan volver a creer. Porque necesitan soñar. Volver a soñar. Volver a sentir esa fuerza que dan los resultados. Esa pasión del puño en alto. Esa sensación del trabajo bien hecho. En Canadá, tras los desastres de Imola y de Mónaco, ha llegado ese momento. Ha llegado la que es, desde China, la mejor clasificación del asturiano.
Desde ese 20 de abril cuando puso al AMR24 tercero en una posición sin duda irreal. En donde hizo magia. Donde dejó claro que tiene manos y velocidad para seguir hasta cuando él quiera seguir en la Fórmula 1. Porque si tiene máquina, y no necesariamente la mejor máquina, sabe cómo hacer para sacar más del cien por cien de todo aquello que conduzca.
Y eso que en Montreal no era cosa sencilla, pues la espiral de negatividad empezaba a ser importante. Miami fue un toque de atención. Emilia Romagna, el Gran Premio de esas ilusionantes mejoras, fue lo que fue con un prematuro adiós en Q1. Mónaco, lo mismo. Dos carreras a cero.
Dos que posiblemente no sean tres, porque en Canadá lo ha vuelto a hacer. Porque ya demostró, en los Libres 2 y 3, que estaba listo para la acción. Que los milagros no existen tras apenas dos semanas desde Mónaco, pero que quizá todo fuera cuestión de comprensión. De entender qué es el AMR24. Siempre, entre los primeros.
Los cronos, además, le iban saliendo fácil. Parecía que sí. Parecía que esta vez sí. La prueba, además, era Lance Stroll, que siempre está por más que diga un paso por detrás y es una buena vara de medir hasta dónde puede llegar Alonso. Y llegó, en Canadá, hasta la sexta plaza.
Pérez, fuera en Q1
Lo complicado era entender la pista. Entender el cielo. Bien lo sabe. Un acierto de hace ganar; un error te destroza todo. Es fácil lo segundo, lo primero no lo es tanto. En la Q1 todo pudo haber sucedido. Muchos coches en pista. Muchos mirando los radares. Al final, dentro.
Sergio Pérez no pudo decir lo mismo. Ha renovado por dos años con Red Bull, y en el primer fin de semana vuelve a caer a las primeras de cambio. Son tres, repetimos, tres los fines de semana en los que es incapaz de poner al menos en Q3 un coche con el que Verstappen se quedó a nada de la pole en Montreal. Y nada es nada, porque el tiempo que hizo el neerlandés y el que marcó Russell fueron, literalmente, el mismo.
Hecatombe en Ferrari
Ahí, en esa Q3, estaba Alonso. Sainz no, pues el Ferrari de repente pegó un bajón enorme de rendimiento con un agarre pésimo que cabreó y mucho tanto a Carlos como a Leclerc. Sí, Charles también se quedó fuera en Q2 en un descalabro total de los de Maranello que a saber si pueden recuperar cuando toque el reparto de puntos.
Fernando ya sabía que tocaba remar contra esos titanes como son Verstappen y los McLaren. También los Mercedes, que de repente estaban ahí. A Hamilton le superó, pero se coló Daniel Ricciardo en, qué casualidad, el mismo Gran Premio que ha vuelto a ver a Pérez tocar fondo. Sí, le ha vuelto a ver... porque varias son las veces que ha sucedido.
Permiso para soñar en Canadá
Sexto crono final para Alonso y motivos para soñar en una pista que parece dársele bien al asturiano. Fernando está disfrutando en Montreal. Aston Martin estará, tras lo que pasó en Imola y Mónaco, más tranquila. En Canadá, permiso para ilusionarse.