Ya advirtió Fernando Alonso que no estaba ni mucho menos preocupado por la carrera al sprint del GP de Brasil. Que había ritmo en el Alpine. Que a pesar de perder tres puestos veía más que posibles los puntos. Y sí, sin duda eran posibles. Sin duda había ritmo en el coche. Y sin duda, de nuevo, el bicampeón de Fórmula 1 tenía razón.
Porque tras un primer stint conservando neumáticos para garantizar una parada en Interlagos, en el segundo lo dio todo en cuanto salió del pit lane. En cuanto pudo quitar el limitador de velocidad y hacer valer el mayor nivel de sus gomas en comparación con la del resto. En especial, ante Yuki Tsunoda y Sebastian Vettel.
Fernando se fue acercando a ellos de forma constante. Antes, a Seb, que estaba en plena persecución con el japonés. Y, cuando el Aston Martin estaba al lado del AlphaTauri, de repente se vio a Alonso.
El nipón, sentenciado. El DRS de los coches verde y azul era demasiado. En la curva 1, Tsunoda capituló y el asturiano ya tenía en la cercanía a Vettel.
Tampoco fue rival para él el piloto de Aston Martin, al que superó de manera inmediata en cuanto se quitó de encima a Yuki.
Con Daniel Ricciardo fuera de carrera, Alonso no pudo mantener atrás a Pierre Gasly y tampoco a Esteban Ocon. En el caso de su compañero fue por lo mismo que Carlos Sainz en México.
Primero le dejó pasar el galo para, en la última vuelta, devolver Fernando la posición y terminar noveno el GP de Brasil.
Buenos puntos para el equipo Alpine, con un octavo y noveno por el séptimo de Pierre Gasly y el cero que hizo Tsunoda.
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