La palabra 'halo' es tendencia en redes sociales. Lo es, con razón y por un motivo de peso. El halo es, directamente, lo que ha salvado la vida a Romain Grosjean tras su brutal accidente en el GP de Baréin en el que su Haas ha quedado calcinado y partido por la mitad.
Y es que si no hay que lamentar nada más que un monoplaza destrozado es por el halo, que se implementó en 2018 gracias a la insistencia de gente como Charlie Whiting tras el trágico accidente en Japón en el que Jules Bianchi terminó perdiendo la vida.
Fue en ese momento cuando, por fin, se empezaron a tomar medidas y a seguir un camino para proteger esa zona desprotegida para los pilotos en sus monoplazas. Esa zona que, mismamente, pudo costarle caro a Fernando Alonso en un accidente en Bélgica 2012, en el que el coche de Grosjean pasó muy cerca de su cabeza.
Se habló de una cúpula, pero en un caso como este habría sido hasta más perjudicial. Finalmente, se optó por este sistema, llamado 'halo', que ha sido clave en que Romain siga con vida.
Porque sin este elemento, que por cierto acabó incluso algo doblado por la violencia del impacto, lo más normal es que Grosjean hubiera perdido el conocimiento y no hubiese podido salir del coche en llamas. Eso como podo, pues a lo mejor ni habría sobrevivido al golpe.
Aparte de este mecanismo, la rapidez de los servicios médicos de la pista y de los comisarios tanto para socorrer al piloto como para apagar el incendio resultó vital.
"Romain tiene pequeñas quemaduras en manos y tobillos, pero está bien", dijo Haas en un comunicado.
Grosjean está en el hospital más cercado del circuito, donde le están sometiendo a pruebas y comprobando además si pudiera tener alguna costilla rota.
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