Saber identificar las debilidades es la clave para avanzar. Para progresar. Para saber dónde hay que mejorar y en qué es en lo que hay que centrarse. Aston Martin lo sabe. Sabe qué le falta al AMR23. Sabe que en curva media y lenta, y en frenada, el coche funciona. Y sabe que en rectas, con el DRS, la cosa no va tan bien.
Eso en Azerbaiyán pasa factura. Porque Bakú tiene la recta más larga del Mundial. Y porque ha sido allí donde mayor ha sido la diferencia entre el tiempo de Fernando con el de la pole. Con el que marcó Charles Leclerc. Con el tiempo gracias al cual el monegasco batió a Red Bull.
Se notó algo en la Q3. Algo que no invitaba a pensar en que podría estar Alonso en la pelea. En su primer intento, lento. Hasta tras Tsunoda. Algo con lo que no se contaba. Luego, Lance Stroll tampoco estuvo del todo fino. Lo suyo fue por el DRS. No se abrió. Y eso, en Azerbaiyán, no.
Mucha diferencia para tan larga recta
Para poner los números en la mesa, Alonso marcó una velocidad punta de 326. Fue al cerrar la vuelta. Al iniciarla, 324. Eso es una barbaridad, claro está... hasta que se compara con Lewis Hamilton.
El inglés, quinto, empezó su giro con 335 kilómetros por hora en su Mercedes para pasar por línea de meta con 333. Demasiado, más todavía sabiendo que la recta de Bakú supera los 2 kilómetros.
Así que sí, tienen trabajo en Aston Martin con ese nuevo ala trasera de baja carga. Lo tienen para el sábado y para el domingo, y también para un Mundial en el que han comenzado brillando... pero en el que deben seguir evolucionando.
Saben dónde enfocarse
El punto crítico está localizado. El DRS, la velocidad punta. Las rectas. Lo queen Red Bull es un paseo por el campo, y también en Ferrari, y para ellos está siendo como andar por las brasas.
De momento, sexto en Bakú para la prueba del domingo. Sexto, tras Lewis Hamilton. Sexto, en una zona complicada para un arranque que se antoja cuanto menos intenso. Las tres primeras curvas... a saber cuántos y en qué posición llegan al primer paso por meta.