El Lewis Hamilton que conocemos a día de hoy poco tiene que ver con aquel Lewis Hamilton que iniciaba su carrera en la Fórmula 1 allá por 2007. Durante sus primeros años en el 'Gran Circo', el británico se caracterizaba por llevar al límite sus neumáticos, bloqueando constantemente y poniendo en peligro la integridad de su propio monoplaza.
Prueba de ello fue el GP de Turquía y de China de la temporada 2007, dos carreras en las que el británico experimentó numerosos problemas con sus neumáticos que le impidieron llevarse el título en su año de 'rookie'.
La situación iba por el mismo camino en 2008. Con una batalla por el campeonato enormemente igualada entre McLaren y Ferrari, Turquía volvía a ser el 'circuito maldito' para Hamilton. En aquella quinta ronda del calendario, los neumáticos volvieron a ser noticia. Mientras que el fantasma de Indianápolis 2005 acechaba, los equipos se preparaban para unas altas cargas verticales en una sola curva de velocidad extremadamente alta.
Sin embargo, en esta ocasión, este problema solo afectó a Lewis Hamilton. Tras sufrir el año anterior en el mismo trazado y perder unos valiosos puntos, McLaren investigó lo ocurrido y tomó medidas para evitar que volviera a suceder.
"Lewis tiene un cierto estilo de conducción que requiere que configuremos el coche y simplemente carga mucho los neumáticos delanteros. Somos conscientes de ello. Todos los datos relevantes fueron proporcionados a Bridgestone, y sintieron que no iba a ser un problema, pero resultó serlo", señaló Ron Dennis, jefe de McLaren por aquel entonces.
"La respuesta es muy, muy simple: la curva 8", agregó Martin Whitmarsh, 'team manager' del equipo, al ser preguntado por los problemas que el piloto británico experimentó ya en la jornada del viernes y que ponían en serio peligro el devenir de su participación en el Gran Premio.
La noche de aquel viernes sirvió de reflexión para los de Woking, decidiendo finalmente realizar una estrategia a tres paradas frente a las dos que se esperaban como óptimas. Esto era importante decidirlo el sábado, pues hay que recordar que en aquellos tiempos los monoplazas completaban la clasificación con el combustible con el que empezarían la carrera.
El británico clasificó tercero, por detrás de Felipe Massa y de su propio compañero, Heikki Kovalainen. Un resultado decepcionante teniendo en cuenta que completó la vuelta con mucho menos combustible y, por tanto, con menos peso que sus contrincantes. El británico comentó por entonces que aquella estrategia había sido un error, aunque tras reunirse con su equipo, regresó la confianza.
Ya el domingo, Lewis adelantó en la salida a Kovalainen, iniciando su batalla con Felipe Massa por la primera plaza, no sin antes tocarse con Räikkönen, provocándole un pinchazo. Tras las primeras paradas, Hamilton sorprendió al pelear y conseguir adelantar al brasileño.
Su parada adicional le relegó finalmente detrás de Massa, cruzando la meta a 3,7 segundos del brasileño, aunque por delante de Kimi. De esta forma, McLaren evitó un nuevo desastre con los neumáticos, llevándose de Turquía un buen resultado y unos puntos que fueron cruciales para ganar el Mundial.