Sólo él sabe cómo fue capaz de hacerlo. Sí, sólo él lo sabe. Porque no es lógico. Porque no se entiende. Porque lo normal era que la última vuelta que se vivió en Brasil, en Interlagos, no fuese posible. Porque no debería haber sido ni imaginable. Porque si pudo pasar lo que pasó finalmente fue, es, por Fernando Alonso. Fue, es, por lo que hizo el bicampeón con un Aston Martin en ese ya histórico final en una pista en la que tiene inmejorables recuerdos.
. En la que, ahora, ha celebrado un podio, un octavo podio, que sabe mejor que todos los logrados este curso. Por de dónde se viene. Por cómo fue. Por un Alonso que plantó batalla a un Red Bull. Que peleó cara a cara con un Red Bull. Que derrotó a un Red Bull.
Que dejó a Sergio Pérez a buen seguro con cara de no entender nada. De no saber cómo fue posible que, tras 15 vueltas detrás del AMR23 y cuando comenzó la 71 por delante, acabase a 53 milésimas de Fernando Alonso. Sí, lo dicho. No se entiende. No es lógico. Pero fue lo que pasó.
Alonso obra el milagro
Pasó por Fernando. Por una defensa simplemente perfecta ante Sergio Pérez. Por unas maniobras diferentes a las del mexicano. Para traccionar mejor. Para solventar esos casi 25 kilómetros por hora menos que tenía con el RB19. Pasó porque Fernando no se rindió. Porque a pesar de que ya no pudo más jamás dio su brazo a torcer.
Otro, posiblemente, se habría venido abajo al ver al Red Bull por el retrovisor. Otro, posiblemente, no habría podido tener tras él al RB19 durante 15 vueltas. Otro, posiblemente, habría dicho 'hasta aquí' cuando en la curva 1 de la vuelta 70 ya no pudo mantener el tercer puesto. Pero no. Alonso no.
Porque Alonso es bicampeón. Porque Alonso es un ganador. Porque Alonso se pegó al alerón trasero de Pérez en cuanto le sobrepasó en la vuelta 70. No se fue de ahí. No dejó irse, nunca, al mexicano con ese super Red Bull. Así llegó a la recta de meta. Así llegó a la última vuelta. Así llegó, con opciones, de subirse al podio a pesar del RB19.
La curva 4 era el lugar
Podría haberlo intentado ahí. Pero no. No porque sabía que después había otra zona de DRS. Era, de ponerse por delante, otro lugar más de sufrimiento. No fue así. Porque lo tenía calculado. Porque recordaba lo que le hizo a Lewis Hamilton. Porque el lugar no era la curva 1... el lugar era la curva 4.
Ahí se tiró a por Pérez. Por fuera. En una maniobra en la que salió bien como pudo salir mal. En la que terminó con él por delante. En la que dejó claro, por si no lo estaba ya, que Alonso está en el mejor momento de su carrera. El adelantamiento a Checo, con todo lo que queda de noviembre y con Las Vegas y Abu Dhabi, va camino a ser lo mejor del mes... y a saber si lo mejor de 2023.
Quedaba aún pista. Quedaba todavía algún que otro kilómetro para el final. Y vaya final, porque fue de 'photo finish'. Porque Alonso se subió al podio por, atención, 53 milésimas de diferencia con Checo Pérez.
Impresionante. Y sólo él sabe cómo lo hizo. Porque no fue lógico. Porque no se entendía. Porque lo normal era no llegar así al paso por meta. Pero fue posible, y fue posible gracias a don Fernando Alonso. Gracias a uno de los mejores del siglo XXI de la Fórmula 1.