Hay carreras silenciosas. Carreras que no llaman la atención tanto como otras. Carreras en las que no se gana. En las que no se hace podio. Carreras que son más de lo que a priori parecen. Así ha sido el sábado de Fernando Alonso. Así ha sido la prueba del bicampeón del mundo en Jeddah. Así ha sido el quinto puesto del Aston Martin en el GP de Arabia Saudí.
Una en la que los mejores pronósticos, en el que los ordenadores y las mentes pensantes del equipo, le dejaban como séptimo. Le dejaban dos puestos más atrás de donde acabó. Y tres más lejos de su posición de salida. Sí, así ha cambiado todo en Aston Martin.
Porque han pasado de ser un coche de carreras a uno de clasificación. Porque disfrutan en tanda corta, pero lo llevan peor en la larga. Se vio en Bahrein. Se dijo tras la 'qualy'. Y se notó, aunque menos de lo esperado, en la prueba de Jeddah.
Podría haber sido peor, sobre todo después de ver cómo Oscar Piastri le pasaba sin problemas al comienzo de la prueba. Tras ver que no, que no se podía. Tras escuchar esa radio en la que pedía un plan B porque los demás estaban, y están, "en otra Liga". Sí, cierto es. Tan cierto como que él da más que lo que se espera lleve el coche que lleve.
El mismo Alonso de siempre
Lo demuestra desde su debut en Fórmula 1. Lo hizo en Renault, en McLaren, en Ferrari. También en Alpine, que cada vez más se dan cuenta del tremendo error que cometieron y gracias. Gracias porque el riesgo que Alonso tomó al elegir Aston ha hecho que se libre del desastre francés. Ha hecho que tenga un coche que sí. Que necesita trabajo. Pero que puede.
Con él puede más. Besando los muros, como él mismo dijo por radio, mantuvo tras él al Mercedes de George Russell. A un coche que en recta, con Hamilton, se defendía sin problemas del McLaren de Lando Norris. Los dos ingleses, los tres ingleses mejor dicho, quedaron tras él. Al igual que Bearman, que terminó séptimo en su debut con Ferrari.
Fue Oliver el piloto del día, con un sorprendente tercer puesto para Kevin Magnussen, sus 20 segundos de sanción y su carrera para Nico Hulkenberg. Alonso, en silencio, hizo lo suyo. Hizo más de lo que se espera. Hizo algo que no es la 33. Que no es un podio. Pero que tiene un valor igual o mayor por cómo fue todo.
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Sí, porque esas simulaciones, esos pronósticos, no se cumplieron. Y no se cumplieron por Alonso. Porque Alonso dijo 'no'. Porque no quería ser séptimo. Porque se arriesgó. Porque besó los muros. Porque se impuso a otros coches mejores como McLaren y Mercedes. Porque tiene motivos para sonreír en Jeddah. Ahora, a Australia con tiempo para poner en pista un coche que dé ese paso más que bien necesitan en Aston Martin.