No quedan prácticamente palabras en el diccionario para definir lo que Fernando Alonso hace cada vez que se sube a un coche. Cada vez que se pone a pilotar. Cada vez que tiene en sus manos un F1. Un, en este caso, Aston Martin. Que si magia, que si espectacular, que si increíble... Sea lo que sea, es un milagro. Es un auténtico milagro que con el séptimo monoplaza haga lo que sea que hiciera para poner al AMR24 en la Q3 de Marina Bay.
Sí, puede parecer poco viniendo de 2023. Del 'casi' de Mónaco. Del 'por poco' de Zandvoort. Del, incluso, ese duelo que le ganó a Sergio Pérez en Brasil. Y sí, también puede parecer escaso botín viendo que a comienzos de curso peleaban, y a veces vencían, con Mercedes y Ferrari.
Así que es cierto. Puede parecer poco. Pero no, no lo es. Y no lo es viendo lo que hizo Lance Stroll con su mismo coche. El hijo del mandamás de Aston Martin apenas pudo superar a un solo coche en la clasificación del sábado. Y no, no pudo con la Q1. A las primeras de cambio, fuera.
Y como siempre...
Fuera y los de Silversone sabiendo que, como ya es habitual, tan solo contaban con Alonso. Tan solo podían contar con él como arma clave para hacer lo posible. O, como hizo Fernando en Marina Bay, para hacer lo imposible.
Porque el límite parecía la Q2. Porque ese parecía ser el techo. Los Williams e incluso los Haas estaban mejor. Con más velocidad. Con más ritmo. Pero quizá sí, y quizá no. Quizá sí si se compara con el AMR24. Y quizá no si se compara con Fernando Alonso.
El asturiano comenzó con un noveno crono. Con un registro que no iban a tardar en dejar en nada los dos Mercedes y Max Verstappen. Parecía que la lucha iba a ser la que iba a ser. Con los Williams. Con los Haas. Con el RB de Yuki Tsunoda. Colapinto y Albon, por detrás, pero los otros...
Los otros no, y el duelo pasó a ser con, atención, Sergio Pérez. Con un Red Bull. Y Fernando hizo magia. Le superó. Le batió. Le dejó fuera a pesar de la enorme diferencia que hay entre coches en el presente Mundial. Y así, a la Q3.
Ferrari se inmola en Marina Bay
A la Q3 con el séptimo mejor coche. Y con dicho coche superó en la batalla final a Yuki Tsunoda y a los dos Ferrari, que decidieron inmolarse en Singapur con un Sainz que se fue al muro y un Leclerc que se acercó tanto que penalizó con 'track limits'.
Muy por encima, de nuevo, Alonso de un Aston Martin que si está salvando los muebles es gracias a la mejor versión del bicampeón del mundo de F1.