Este domingo se nos encogió el corazón tras ver el monoplaza de Romain Grosjean partido por la mitad y en llamas después de que el piloto francés de estrellara a 221 km/h durante el Gran Premio de Baréin. Afortunadamente, el galo logró salir del vehículo y 'solo' sufrió importantes quemaduras en las manos.
Horas después detranquilizar a sus seguidores en redes sociales, Grosjean ha hablado con la 'TF1' francesa sobre el accidente: "No sé si la palabra milagro existe o si se puede usar, pero en cualquier caso diría que no era mi momento de morir".
A su vez, el de Haas ha reconocido que se acordó de Niki Lauda cuando estaba envuelto en llamas, pero que el recuerdo de sus hijos fue el que le empujó a salir: "Pareció mucho más de 28 segundos. Veo que mi visera se vuelve naranja, veo las llamas en el lado izquierdo del coche. Pensé en muchas cosas, incluido Niki Lauda, y pensé que no era posible terminar así. Ahora no, no podría terminar mi historia en la Fórmula 1 así. Y luego, por mis hijos, me dije a mí mismo que tenía que salir. Metí las manos en el fuego, así que claramente sentí arder en el chasis. Salí, y luego sentí que alguien tiraba de mi mono, así que supe que estaba fuera".
Romain explicó que su hijo Simon piensa que su padre tiene "poderes mágicos" y un "escudo de amor mágico" que vela por él: "Estas son palabras muy fuertes de un niño. Mi hijo mayor, Sacha, que tiene siete años, es más racional, trata de comprender. Y mi pequeño ha hecho un dibujo, 'para las heridas de papá en sus manos'".
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Por último, Grosjean, que se perderá el GP de Sakhir, apuntó que seguramente necesitará la ayuda de un psicólogo: "Tenía más miedo por mi familia y amigos, obviamente por mis hijos, que son mi mayor fuente de orgullo y energía, que por mí al final. Creo que habrá que hacer algo de trabajo psicológico, porque realmente vi venir la muerte".