Marc Márquez tiene algo. Algo especial. Algo que no tiene prácticamente nadie en el mundo del deporte. En el mundo del motor. Ese ADN de campeón. Esa magia. Esa varita capaz de lanzar sus mejores conjuros cuando peor parece ser la situación. No se rinde. Nunca. Y a pesar de todo lo que le sucedió en Misano sale de San Marino con una gran sonrisa.
Y con una victoria. Con su segunda victoria consecutiva en este 2024 después de la cosechada en Aragón. Después de su dominio en el tercer Gran Premio disputado en España. Después de que, con la Ducati de Gresini, pusiera fin a una racha de casi mil días sin escuchar el himno de España en un podio de MotoGP.
Mucho tiempo era, y poco ha pasado para que vuelva a disfrutar de la bandera tras él. De volver a pisar ese escalón, ese primer escalón, tras una carrera dominical en un Mundial que quiere reconquistar. Y ha sido en Misano.
Impensable... hasta para él
En San Marino. En el jardín de Bagnaia. En la casa de Ducati. Ha sido en una prueba en la que arrancaba noveno después de una caída en Q2 que parecía, según incluso sus propias palabras, haberle dejado sin opción alguna en el Marco Simoncelli.
Pero no. Para nada. Porque él es así. Porque no es de los que da su brazo a torcer. Porque es de los que son capaces de ver cualquier oportunidad, por mínima que sea, como una opción clara. Y entendió a la perfección una carrera que a otros, que a Jorge Martín, se le atragantó.
En unas condiciones de lluvia ligera, Marc pasó del noveno al séptimo puesto en la salida. Tuvo que recuperarlo, después de caer de nuevo un par de plazas. Desde ese momento, a mirar hacia arriba. Acosta y Morbidelli se fueron al suelo, Martín se equivocó... y él mientras avanzaba. Tanto que, de repente, ya estaba en puestos de podio.
Mucho más ritmo que Bagnaia
Y se puso primero. Primero tras pasar a Pecco Bagnaia en una maniobra épica para liderar la carrera en la vuelta 8. Quedaba mucho, pero tenía todo bajo control. No solo no sufría ante Bagnaia, sino que era capaz de aumentar la distancia con respecto al bicampeón de Ducati.
La victoria se acercaba. La victoria llegó. La victoria para apretar, todavía más, un Mundial de MotoGP con el que Márquez ya puede soñar. Marc ha vuelto. El mejor Marc ha vuelto.