Holger Rune, tenista danés de 19 años, protagonizó ante Casper Ruud, en cuartos de final, uno de los momentos más surrealistas que se ha vivido nunca en Roland Garros. En uno de los descansos, a gritos, se vio cómo una mujer abandonaba las gradas del Philippe Chartier. Esa mujer era su madre. Es su madre.

Fue cuando se llevaban ya unas dos horas de partido, en uno de los descansos del tercer set. Ahí el danés no pudo más y sacó su rabia desde el banco.

A gritos, ante la incomprensión de los presentes y de los que veían la imagen por las cámaras en la retransmisión, Rune parecía dirigirse a alguien del público.

En ese momento, una mujer se marchó de las gradas por los túneles de salida. Fue en rueda de prensa cuando confirmó que era su madre.

"Quiero mucho a mi madre, y no la eché de la pista. Cuando estoy así, frustrado, necesito que me dejen. No puedo estar escuchando a mi madre y al entrenador", dice.

Y confirma que no es la primera vez que pasa: "Contra Tsitsipas también se marchó. Sabe cómo darme paz".

El partido terminó con victoria de Casper Ruud por 6-1, 4-6, 7-6 y 6-3.