6 de julio de 2008. España se había proclamado campeona de Europa gracias a un gol de Fernando Torres hace apenas una semana y un español buscaba, en su tercera final de Wimbledon, arrebatar el trono al tenista más grande que había visto jamás la pista del All England Tennis Club.
Nadal, que llegaba a sus 22 años como número 2 del mundo, cuatro Roland Garros en su vitrina y 10 Masters 1.000, se medía a un Federer dominador en 'su' terreno, la hierba de Wimbledon, donde ya había sido campeón en cinco ocasiones de forma consecutiva.
El cielo estaba nublado y se colaban rayos de sol en la pista central de Wimbledon, un templo del tenis, la pista con más mistica e historia del mundo de la raqueta. La pista se iba llenando y el partido comenzó con algo de retraso por la lluvia, empezando prácticamente a las 15:00 (a las 14:00 en España).
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Sin mangas y explosivo, Rafa Nadal comenzó apabullando al suizo, llevando el juego al fondo de la pista y limitando las subidas del suizo. Aprovechó su única bola de break en el partido para romper el saque de Federer y llevarse el primer set. Federer, enrabietado, empezó 4-1 el segundo set, pero Nadal le dio la vuelta de forma épica y lo acabó ganando tras llevarse cinco juegos de forma consecutiva.
Primer parón por la lluvia
Entonces, la lluvia hizo acto de presencia por primera vez. El partido se suspendió hasta las 18:10 (17:10 en España) cuando iba 5-4 para Federer en el tercer set. Los jugadores se fueron a los vestuarios, Federer fue tratado por los fisioterapeutas y Nadal escuchaba música.
Ese parón benefició a Federer, que volvió a coger la iniciativa de un partido que el español tenía medianamente a favor. Los puntos eran intensos, algunos para la historia, una batalla titánica al que la lluvia le dio una tensión adicional. Y de nuevo, se vieron paraguas entre los asistentes al que es considerado el 'partido del siglo'.
La segunda vez que la lluvia detuvo el partido fue en un momento crítico, con 2-2 en el cuarto set y con 40-40, rondando ya las 20:00 horas. La luz empezaba a desaparecer y la pista no estaba cubierta por aquel entonces. Empezaban los nervios también fuera de la pista, con la duda de si la final acabaría antes de que no se viese nada en la pista.
El tercer y el cuarto set se decidieron en el tie-break, Federer se mantenía en el partido con un saque certero (hizo 25 aces en el partido). El final del cuarto set parecía que iba a ser la puntilla de Nadal para su primer Wimbledon, se puso 5-2 con dos saques a favor.
La noche cae en el All England Tennis Club
El balear hizo una doble falta y mandó una bola a la red, dando la vuelta a la situación y poniendo al suizo con ventaja. Al final, después de una lucha intensa, Federer se hizo con ese set, 2-2 y todo se iría al quinto, en el que no habría tie-break y el ganador tendría que ganar por dos juegos de ventaja.
En ese momento, ya se sabía que el partido era especial, de los más épicos que se han jugado en una pista de tenis, con los dos mejores tenistas de la historia enfrentándose cara a cara no sólo por el trofeo dorado de Wimbledon, había algo más grande que ellos en esa pista: el peso de la historia.
Nadie perdía su saque, todos contenían su aliento y la noche caía en Londres. Por fin llegó el momento, con 7-7 en el marcador, en el que Nadal le rompió el saque a Federer. 8-7 y servicio para el balear para ganar el campeonato. Nadal se colocó la cinta, sacó, Federer devuelve con su derecha la bola al centro de la pista, Nadal golpea de reves y a Federer se le queda la bola en la red.
Fin del 'partido del siglo'
Nadal cae al suelo y celebra, ha hecho historia. 6-4, 6-4, 6-7 6-7 y 9-7 para el balear. Los flashes iluminan la pista, Nadal salta al palco y celebra con su familia, que llora ante la ovación cerraba de todo el público. Los entonces Príncipes de Asturias, Felipe y Letizia, abrazan al balear y Federer, abatido, aguanta las lágrimas en el banquillo.
En total, cuatro horas y 48 minutos de puro tenis, de una batalla que se recuerda como el mejor partido que se ha jugado nunca y que conserva el récord de la final más larga en Wimbledon. Cuatro años más tarde, ese récord quedó atrás con la final entre Djokovic y Nadal en Australia, que duró casi seis horas (cinco horas y 53 minutos).
Nadal se llevó el partido, su primer Wimbledon, pero se llevó algo más grande: comer en la misma mesa que el hombre que había batido todos los récords. Ahora, 11 años después, ambos siguen estando en lo alto del ránking ATP, jugando menos partidos que antaño pero manteniendo su dominio. Quién sabe si en esta edición de Wimbledon nos espera otro duelo para los anales de la historia.