Algunos lo interpretaron incluso como un cercano adiós. Serena Williams se marchó del Open de Australia entre lágrimas, dejando a medias su rueda de prensa y con una derrota en las semifinales ante Naomi Osaka.
Tras responder ocho preguntas, siempre con la voz entrecortada, Serena decidió levantarse y marcharse. En 23 ocasiones ha triunfado la estadounidense en los Grand Slam. Aunque, eso sí, no saborea una victoria desde 2017 (precisamente en Australia).
"No lo sé, hemos terminado...". Esa fue la frase final de Williams, cuestionada por sus errores no forzados y la importancia que habían tenido en el partido. Antes sus ojos ya mostraban las lágrimas, tratando de disimular bebiendo agua.
¿Es este su final en el tenis? De momento no hay una respuesta contundente. "No lo sé, si alguna vez me despido no se lo diría a nadie", sentenció la mejor tenista de todos los tiempos.
Con ella fuera del torneo, su rival este jueves, Naomi Osaka, se postula como la gran favorita en el primer Grande de la temporada. Buscará su cuarto título en los mejores torneos del mundo. Su rival, otra estadounidense, Jennifer Brady.
Pero a pesar de su contundente triunfo, todos los focos se giraron hacia Serena y sus lágrimas. Unas lágrimas que quizá destapen un adiós tempranero.
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