Fichar a un camarero de la competencia, no porque sea un experto en poner copas o tapas, sino porque falta personal. Esto está sucediendo ya en España. En concreto, en zonas como Santiago de Compostela (Galicia). Allí tienen, como en muchos otros puntos del territorio nacional, un problema derivado de las escasez de camareros; de trabajadores formados para atender la alta demanda gastronómica que se lleva registrando en la zona en los últimos años.

Tal situación ha llevado a muchos establecimientos hosteleros a 'robarse' entre sí a los camareros. Sí, como si fuera un mercado de fichajes con suculentas subidas de sueldo. Porque la hostelería está desbordada. Las cocinas echan humo, y los dueños de estos locales también: hay muy poco personal para atender los servicios. Y ante esta crisis de profesionales, algunos han optado por ofrecer salarios más altos y mejores condiciones a camareros que ya trabajaban en otro lugar para unirse al equipo.

"Sí existe una especie de robo de personal, una especie de sobreoferta", reconoce el presidente de la Asociación de Hostelería, Thor Rodríguez. ¿Qué significa esto? Que si bien estas personas tenían que coger trabajos mal remunerados antes, ahora, en cambio, se las rifan. Esta situación está teniendo lugar en toda España, pero en Santiago son cada vez más notorios los efectos. La ciudad gallega tiene récord de 'peregrinos' en los últimos años.

"Santiago tiene una ratio de visitantes por habitante muy alta, que supera cualquier punto del Estado", dice Lois Lopes, presidente de Hostelería GAL. Turistas más exigentes que ya no se conforman, por decirlo de alguna manera, con un pulpo a la gallega. "Ya no es solo saciar el hambre. Buscan una experiencia gastronómica, y esta solo se la pueden dar profesionales capacitados", apunta Thor Rodríguez. Cabe tener en cuenta que si antes el turismo de la ciudad era nacional y de verano, ahora los peregrinos vienen todo el año.

Y entre esos peregrinos, cada vez hay más extranjeros que empiezan a comer a las 12,30 horas y a cenar sobre las 19 horas, lo que obliga a modular y ampliar los turnos y las manos para poder atender correctamente la demanda. Hay propietarios de establecimientos que, por ejemplo, cierra ahora su restaurante a las 12 para que su personal descanse. Eso sí, los hosteleros dejan claro que aunque tienen dificultades, el servicio cada día es más profesional.