Daniel Sancho ya se encuentra encerrado entre los barrotes de la cárcel de Koh Samui, en Tailandia. Este será el nuevo día a día del hasta ahora chef, que cambia de esta forma su lujoso hotel por una prisión cuyas condiciones son de extrema dureza. Tras confesar el crimen de Edwin Arrieta, el español permanece desde el viernes en un módulo de aislamiento, cumpliendo los diez días de protocolo por coronavirus.
Hasta que se celebre su juicio, el cocinero español estará retenido en este centro penitenciario. Situada en una pequeña isla norte Tailandia, esta cárcel cuadruplica su capacidad de reclusos. Los presos que han estado allí aseguran que no es tan amable como afirman las autoridades. Admiten que es un auténtico infierno donde las luces nunca se apagan.
"Pasé todo el tiempo allí con las piernas en el inodoro, los pies de otros presos en mi cara. El ancho de mi espacio era de aproximadamente 14 pulgadas. Había momentos en la celda en que no podías extender las piernas de lo lleno que estaba", ha admitido uno de las personas que ha estado en Koh Samui. Uno de ellos explica además que la comida era realmente mala. Aunque los que cuentan con dinero pedían la comida fuera.
"Es un arroz de aspecto asqueroso y el caldo es maloliente con algunos huesos", aseguran. Las celdas son minúsculas, donde pueden llegar a estar hasta 40 presos hacinados, solo tienen un baño. Pasan revista hasta tres veces al día en fila india y les obligan a permanecer de rodillas. Una situación común en las prisiones de Tailandia que la ONU ha denunciado en repetidas ocasiones.
Según las autoridades tailandesas, el trato a Daniel es inmejorable, pero la familia solo quiere sacarlo de un lugar que nadie quiere pisar. De momento, Daniel Sancho solo podrá reunirse con el abogado que le ha buscado su familia.