18 de marzo de 1995
30 años del primer enlace real en casi un siglo: así fue la boda de la infanta Elena y Jaime de Marichalar
La fecha El 18 de marzo de 1995, Sevilla acogió la boda de la infanta Elena de Borbón, hija mayor de los reyes Juan Carlos y Sofía. Era el primer enlace real en España desde la boda de Alfonso XIII, en 1906.

El 18 de marzo de 1995, la ciudad de Sevilla se engalanó para acoger la boda de la infanta Elena de Borbón con Jaime de Marichalar, la primera en contraer matrimonio de los tres hijos de sus majestades los reyes Juan Carlos y Sofía. Desde la boda de Alfonso XIII, en 1906, no se celebraba en España una boda real, ya que el Rey Juan Carlos I y las infantas Margarita y Pilar, se habían casado en Grecia, Lisboa y Estoril, respectivamente. El evento levantó una expectación máxima en una España democrática que vivía por prima vez un enlace real y con una monarquía juancarlista en su etapa de mayor popularidad.
Se dice que la infanta Elena eligió Sevilla como homenaje a su abuela, la condesa de Barcelona, María de las Mercedes, que vivió muchos años en la ciudad, y porque ella misma era una enamorada de Sevilla desde su juventud.
La catedral de Santa María de la Sede abrió sus puertas a primera hora de una soleada mañana para acoger a los más de 1.500 ilustres invitados llegados de todas partes del mundo para asistir al evento, entre ellos representantes de 39 casas reales, la aristocracia y representantes políticos de toda índole, como Beatriz de Holanda o Rainiero de Mónaco, que asistió acompañado de su hijo Alberto, el entonces príncipe Carlos de Inglaterra o Noor de Jordania.
En torno a las 12 del mediodía, el novio, Jaime de Marichalar, llegaba al templo acompañado de su madre, la condesa viuda de Ripalda, Concepción Sáenz de Tejada. El coche que les trasladaba del hotel a la catedral los dejó, por error, en la entrada principal, aunque debían de entrar por la Puerta de Campanillas, pero don Jaime y su madre decidieron hacer el recorrido de una puerta a otra a pie, mientras saludaban a los cientos de personas que comenzaban a apostarse alrededor de la catedral, dando lugar a la primera anécdota del enlace.
La reina Sofía llegó del brazo de su hijo, el entonces príncipe Felipe, mientras que la infanta Cristina lo hacía acompañada de su primo, Juan Gómez-Acebo.
Juan Carlos I, escayolado
Tras ellos, y aclamada por la gente congregada en el exterior del templo, la infanta Elena llegó a la catedral del brazo del rey Juan Carlos I, que ejerció como padrino de boda, pero lo hizo con el brazo escayolado a raíz de un accidente de esquí en Candanchú, que le obligó a llevar un cabestrillo.
Por primera vez pudimos ver el vestido de la novia, diseñado por el sevillano Petro Valverde, que la infanta acompañó con un velo nupcial de cuatro metros de largo, que ya había lucido la reina Sofía el día de su boda, y una tiara de inspiración helénica que su suegra, Concepción Sáenz de Tejada, le había regalado con motivo de su compromiso con su hijo.
Durante el enlace llamó la atención que Infanta Elena se olvidó de pedir la venia a su padre en el momento del "sí quiero". La novia debía de hacer una reverencia al Rey para pedirle permiso, pero los nervios le jugaron una mala pasada, ante la sorpresa de don Juan Carlos, que aceptó el olvido entre risas. Esta fue otra de las anécdotas de la ceremonia.
Tras finalizar el sacramento del matrimonio, los novios salieron de la catedral aclamados por la multitud que les esperaba en el exterior del templo. La pareja se subía en ese momento a un coche de caballos que los llevaría hasta la iglesia del Salvador, para que la infanta depositara su ramo de novia en la tumba de sus bisabuelos. Mientras, las campanas de la catedral de Sevilla repicaban con fuerza informando de que la ceremonia había terminado.