Mucho hay que retroceder para entender todo lo que está suponiendo la caída de José Luis Ábalos. El exministro del Gobierno, en 1997, se presentaba en un atril con 38 años para hablar de la necesidad de cambios y de renovación en el PSOE.

En un PSOE que llegaba de perder las elecciones un año antes. Carcomido por los casos de corrupción. Ahí fue donde apareció un Ábalos que reclamaba ética a los socialistas.

"Ahí fallamos, en el aspecto moral", decía un Ábalos que se presentó en su día como un azote de la corrupción. Primero, en su propio partido; luego, contra la del PP. Fue él, fiel escudero de Sánchez, quien lideró esa moción de censura contra Rajoy.

Hasta ahí, era él el gran nombre del partido en Valencia. El renovador. El que aparecía repeinado y, en ocasiones, rasurado. Sin barba. Viendo cómo los medios le llamaban 'Abalos' y no Ábalos. Porque su verdadera puesta de largo fue con Sánchez. Fue con el ahora presidente del Gobierno. Con alguien a quien apoyó y le ayudó a llegar tanto a Ferraz como a la presidencia con la ya citada moción de censura.

Ahora, al borde de la imputación por el 'caso Koldo'. Así lo entiende Anticorrupción, quien en el informe remitido a Ismael Moreno, juez de la Audiencia Nacional, insiste en el "papel principal" que Ábalos ocupaba en la trama.

"Resulta difícil de entender la operativa desarrollada por Koldo García Izaguirre y Víctor de Aldama Delgado, sin la participación de José Luis Ábalos", relata el informe de Anticorrupción.