Los últimos años de Miguel Blesa han sido un paseíllo casi continuo de juzgado en juzgado, aderezado con la rabia de quienes se consideran víctimas de su gestión. Un calvario que desembocó el pasado mes de febrero en la condena a seis años de cárcel por el caso de las 'tarjetas black'.
Blesa estaba a la espera de que el Supremo resolviese su recurso y todavía no había entrado en prisión a pesar de la abultada condena. Pero sí la pisó en 2013 por orden del juez Elpidio Silva, el primero que se atrevió con el omnipotente expresidente de Caja Madrid
Silva le abrió dos causas: una por un supuesto crédito irregular de casi 27 millones de euros a Gerardo Díaz Ferrán que fue archivada por defectos en la instrucción. La otra, por la compra del City National Bank de Florida en 2008. El juez le envió a la cárcel dos veces en 2013. Era el primer banquero que pisaba una prisión en España desde Mario Conde.
Blesa avisó a su salida de Soto del Real: quería otro juez. "Quiero un juez imparcial, cosa que creo que no he tenido hasta este momento", anunció el exdirigente de Caja de Madrid tras su puesta en libertad. Blesa se querelló contra Silva y consiguió su inhabilitación. La causa también fue archivada, oficialmente, por errores del juez en la instrucción.
Un juzgado madrileño le abrió otro proceso por repartir sobresueldos, presuntamente ilegales, por casi 15 millones de euros entre los directivos de Caja Madrid. Blesa iba a ser procesado y estaba a la espera de que se fijara la fecha del juicio, en el que le pedían cuatro años de cárcel. Además, el expresidente de Caja Madrid estaba imputado en la causa de las preferentes, una pieza separada del caso Bankia.