La izquierda se enfrenta este próximo 19 de junio a un doble reto electoral que prevé efectos a corto, medio e incluso largo plazo en el panorama político regional y nacional: por un lado, sumar lo necesario para alcanzar una mayoría con la que poder hacer frente a Juanma Moreno en la lucha por tomar las riendas de Andalucía, una posibilidad, ahora mismo, muy alejada de la realidad que arrojan los sondeos, que dan facilidad al actual presidente de la Junta para forjar una coalición con Vox o incluso para lograr una mayoría absoluta. Por otro lado, reforzar los vínculos con un electorado desafecto con sus ideas y desmovilizado no solo en Andalucía, como ya indican algunas encuestas, sino también en otros territorios del país.
Lo cierto es que la evolución de esa izquierda a la izquierda del PSOE no ha sido ni mucho menos buena a lo largo de esta última legislatura andaluza, escenario de durísimas y arduas discrepancias entre bloques, acusaciones de transfuguismo e incluso expulsiones dentro del propio grupo parlamentario. Tal ha sido la escalada de tensión interna que en mayo de 2020, muy poco tiempo después de la creación de Adelante Andalucía, se produjo la ruptura entre Unidas Podemos por Andalucía (agrupación encabezada por Inma Nieto, actual candidata de Por Andalucía) y el resto de organizaciones que componían Adelante Andalucía (con Teresa Rodríguez a la cabeza).
Dicha ruptura no ayudó tampoco a mejorar las relaciones entre los recién disgregados bloques. Todo lo contrario: a día de hoy, ya como Adelante Andalucía por una parte y Por Andalucía por otra, esa confrontación entre las izquierdas parece estar más viva que nunca. Prueba de ello son los intentos de la coalición de seis partidos para conseguir la exclusión de Teresa Rodríguez de los debates electorales, un pulso que llegó a lo judicial y que se saldó con victoria de la candidata de Adelante Andalucía y con el rechazo de Por Andalucía a presentar un recurso sobre esta decisión ante la Junta Electoral Central. Así las cosas, la palabra 'unidad' no tiene hueco ahora mismo en Andalucía. Y de esta problemática nacen las tres preguntas clave para el presente y futuro de la izquierda en España.
A saber: ¿es lo que se está viendo entre las izquierdas andaluzas un anticipo de lo que va a ocurrir en el resto de regiones en próximas citas electorales? ¿Puede haber un arreglo último entre Adelante Andalucía y Por Andalucía que priorice lo común por encima de las diferencias con un modelo extrapolable a otros puntos del país con conflictos similares? En definitiva: ¿quién y cómo puede arreglar este desaguisado a nivel regional y nacional? Las expertas en ciencias políticas discrepan sobre el impacto y las consecuencias de este debate en Andalucía, pero sobre todo con los efectos que pueda provocar el rol de Yolanda Díaz en este asunto.
Menos centralismo, más regionalismo
Las elecciones en Andalucía no son solo en Andalucía. Así lo afirma sin dudas Lluís Orriols, profesor titular de Ciencias Políticas en la Universidad Carlos III de Madrid y doctor por Oxford: "Están altamente contagiadas, contaminadas, por lo que piensa la gente a nivel nacional. Hay una porción importante que, al votar en las andaluzas, está pensando más en las dinámicas nacionales que en las regionales". Precisamente, Orriols plantea una reacción regional derivada del centralismo político, así como de la polarización que se produce a grandes rasgos en España: "Ahora mismo, todos los datos muestran un cambio de ciclo en el que el Gobierno cada vez está sufriendo más en popularidad, el PP está consiguiendo limar sus principales déficits en los últimos siete años y está calando entre los más moderados, entre gente sin ideología...".
Aunque la percepción de Orriols se ve puesta en práctica con, entre otros ejemplos, el alarmante ascenso de Vox en las encuestas y en cómo, al contrario, el Gobierno central de coalición está sufriendo un desgaste de su imagen que se refleja directamente en sus números y cuentas políticas, ello no quiere decir que lo que suceda en Andalucía se traslade con rígida exactitud a otras comunidades y provincias. Es, precisamente, el punto de apoyo del razonamiento que ofrece a laSexta Pablo Simón, también politólogo y profesor en la Universidad Carlos III de Madrid. Por definir de forma breve su interpretación del caso: "Hay sitios en los que sí hay plataformas territoriales y otros en los que no".
"En la Comunidad Valenciana está Compromís, que tiene un carácter claramente regionalista. ¿Qué va a hacer Compromís? ¿Va a querer ir integrado dentro de una plataforma más amplia o no? ¿Cómo se lo tomarían sectores de Compromís como el BLOC, estarían de acuerdo con esta estrategia? Ese es el tipo de dilemas que hay en algunos territorios", argumenta Simón, que añade a esta ecuación una "paradoja": "En los territorios plurinacionales es donde la política de alianzas va a ser más compleja, precisamente porque no hay solo un eje, el de izquierda-derecha; el tema territorial también juega un papel, y partidos como Adelante Andalucía están intentando ir por ahí, incidir en el andalucismo, en la independencia respecto al Gobierno de Madrid".
El peso de las cuestiones territoriales frente a las ideológicas es una lógica a la que cada vez se suman más actores, aunque su posibilidad de desplazar a los partidos de izquierda a nivel nacional parece lejana"
De una forma muy similar entiende este escenario la periodista y politóloga Estefanía Molina, quien recuerda que España "es un sistema de gobernanza multinivel y es importante estar robusto en los territorios". Y ahonda en el mismo punto que Simón: "En muchos territorios ya hay una marca de izquierda alternativa. Por ejemplo, en Cataluña, En Comú; en Comunitat Valenciana, Compromís. ¿Qué hay en Andalucía? Teresa Rodríguez". Para Molina, la izquierda alternativa se está "reordenando a nivel regional frente a candidaturas con una visión muy centralista". Por ello, en tanto en cuanto esos espacios están siendo ocupados "por una izquierda alternativa más fuerte regionalista, otras candidaturas pueden verse como algo mucho más centralista, de Madrid".
También lo ve así -aunque con matices- Beatriz Postigo, politóloga y jurista andaluza, incidiendo en que "el peso de las cuestiones territoriales frente a las ideológicas es una lógica a la que cada vez se suman más actores, como los partidos de la denominada España Vaciada", si bien su posibilidad de "desplazar a los partidos de izquierda a nivel nacional -al menos, en Andalucía- parece lejana". Prueba de ello es que el PSOE, dice Postigo, se mantiene aún como formación referente en la alternativa de gobierno a Juanma Moreno y, lejos de ahondar en una suerte de discurso regionalista, se mueve entre mensajes que apelan directamente a antiguos votantes desmovilizados o que se decantaron por otras formaciones en los últimos comicios andaluces: "Más que reactivar a la izquierda -tengan mayor o menor peso regional las formaciones que le acompañen-, busca reactivar a los propios socialistas que, bien han dejado de creer en el proyecto, bien apelan al voto útil para evitar que Vox vicepresida San Telmo".
¿Existe ya el efecto Yolanda Díaz?
Son precisamente esos dos factores, el de esa nueva política más cercana al territorio y el de la recuperación de la posición del PSOE, los que parecen marcar el rumbo futuro de esa izquierda alternativa que ahora centra toda su atención en Yolanda Díaz. La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo atraviesa un muy buen momento a razón de lospositivos datos de empleo que están arrojando sus políticas, cruciales dado el contexto internacional gravemente afectado por la pandemia de coronavirus y la invasión rusa en Ucrania; también, por sus formas de tratar las mecánicas políticas, con un lenguaje más encaminado hacia el diálogo y el entendimiento que a la crispación o al refuerzo de trincheras dentro del mismo bando.
Pero, con un panorama político en plena transformación, los expertos consideran que, aunque todos estos atributos suponen un peso importante en la creación y el éxito de ese frente amplio, no resultan un relato completo con el que ganar elecciones generales; ni siquiera con el que lograr un buen posicionamiento en lo autonómico y municipal, donde se aborda un nuevo ciclo. ¿Ha entendido Díaz esta coyuntura? La división se hace patente entre los politólogos. "Ella considera que tiene que empezar a construir territorios más allá de su candidatura. Entiende que es importante empezar a fortalecer ese músculo regional, autonomista, porque las elecciones generales vendrán muy condicionadas por el resultado de las autonómicas y municipales, y no porque vayan a ser antes o después", valora Molina.
Algo de esa idea se ha podido ver ya en Andalucía, según Postigo: "Ha conseguido, en clave andaluza, aunar el eje Podemos-IU-Más País, y su aparición en la última semana de campaña, escenificando junto a Errejón el frente amplio, puede ser un primer paso para lo que podemos encontrarnos en las generales del año que viene".
Aun con todo, si existe ya un 'fenómeno Díaz', sus primeros pasos parecen no ser suficientes, o van tarde. Y los motivos (y retos a encarar) son diversos. Primero, como se ha dicho antes, por la procedencia de su 'reciente' figura política. "Se percibe cada vez más agotamiento con el envío de gente de Madrid a montar las elecciones a los territorios", manifiesta Estefanía Molina, que califica de "error" concebir toda la política territorial de España "desde Madrid". Lo que acaba traduciéndose en ese ‘nuevo’ enfrentamiento entre centralismo regionalismo.
Díaz no se va a implicar demasiado en Andalucía porque, si el resultado es malo, se le atribuyen a ella las expectativas a nivel nacional"
Otro de los motivos es que el aglutinamiento de fuerzas en un frente común puede dar lugar a un efecto contrario al deseado, como cuestiona Pablo Simón: "Hay votantes que siempre van a rechazar votar una candidatura conformada con otro partido. Tienes que ver si el saldo te sale positivo, que aunque pierdas votos por el camino el resultado te permita entrar en más lugares que si fueras solo". "Lo que ocurre es que, para que esto pase, necesitas tener buena relación entre las organizaciones, la militancia bien engrasada, porque es la que hace campaña sobre el terreno, y un clima de movilización y de optimismo entre tus votantes", deduce Simón, incidiendo en que, en Andalucía, "la izquierda a la izquierda del PSOE está rota y hay una muy mala relación entre los militantes de Adelante Andalucía y Por Andalucía". Lluís Orriols apunta en este sentido: "A veces, ir separado te permite movilizar más porque captas más sensibilidades, consiguiendo que cada uno se dirija a un target distinto, entrando en sintonía de forma mucho más firme, por tanto, moviliza más gente".
Aun así, subraya Beatriz Postigo, más allá de las cuestiones técnicas y de lo que sucede en Andalucía, "la unidad de una candidatura que aúne las diferentes sensibilidades a la izquierda del PSOE se ha mostrado útil en otros momentos (el efecto aglutinador que ejerció Podemos a nivel nacional), y parece claramente la vía para poder cogobernar en un momento de polarización izquierda-derecha". En este sentido, la politóloga marca una diferencia esencial entre el proceso electoral andaluz y el que se aborde a nivel estatal: "La integración de las diferentes sensibilidades o corrientes en un partido común podría favorecer a la izquierda en unas elecciones generales donde el reducido tamaño de la circunscripción sí puede jugar un papel relevante en el reparto final".
Un tercer motivo, derivado directamente de esta situación, es la vinculación que se puede establecer entre Díaz y los resultados cosechados en Andalucía, cifras que podrían marcar para mal el arranque de su plataforma; datos con los que, de hecho, ya estaría jugando la ministra, según Simón: "Ella no se va a implicar demasiado en Andalucía porque este no es su proyecto. Porque si el resultado es malo, y todo anticipa que será malo (para la izquierda), el problema que es que se le atribuyen a ella las expectativas a nivel nacional. Si se establece un vínculo demasiado claro entre esos resultados y Yolanda Díaz, entonces ya lo tienes. Una plataforma de la cual se dice: 'Veis, ni siquiera aquí está remontando'".
¿De qué depende entonces que arranque verdaderamente y tenga éxito ese efecto Yolanda Díaz? "La clave es saber si la plataforma va a estar lista antes de mayo (de 2023, cuando se celebran las elecciones municipales y autonómicas) o no. Porque si va a estar antes de mayo, eso ya preconfigura las alianzas y dónde se va a poder sumar o dónde no. Si lo deja para después de las elecciones de mayo, es muy difícil que Podemos aguante solo, y eso probablemente haría también que la izquierda retrocediera". Añade Molina: "Tiene que recuperar las confluencias plurinacionales. Pero respetando que en cada territorio que haya una marca". Así, entender que ese carácter territorialista abre un nuevo ciclo distinto al de la ‘nueva política’ que representaron en su momento Podemos y Ciudadanos, crear una candidatura en base a un frente amplio que recoja distintas sensibilidades capaces de sumar y establecer un proyecto ilusionante para los votantes que no pierda fuerza ante los malos resultados electorales que se puedan a ir dando hasta las generales componen las tres patas que definirán en los próximos meses el éxito o el fracaso de Sumar, la plataforma impulsada por Yolanda Díaz.
Creen las expertas en Ciencias Políticas que estos tres indicadores son los que medirán la fuerza de la vicepresidenta y posible futura candidata de la izquierda alternativa a nivel estatal frente a su principal rival: un PSOE que, en manos de Pedro Sánchez, ha ido trabajando desde el inicio de la legislatura por recuperar el espacio que lideraba hasta la irrupción de Podemos. Estefanía Molina opina que "este PSOE ya se ha convertido en un partido capaz de absorber muchas de las demandas de la izquierda alternativa, se ha comido muchos nichos de Podemos". En otras palabras: "Las políticas que está haciendo este Gobierno, por mucho que muchas partan de la revisión que trajo Podemos a la izquierda, ya las ha integrado el PSOE". Queda mucho por ver en qué se traducen los movimientos de Yolanda Díaz ante las problemáticas explicadas anteriormente, pero lo visto en Andalucía ya anticipa que la carrera por resituar en lo más alto a esa izquierda alternativa será a contrarreloj y llena de obstáculos.