Mensaje navideño del monarca

Felipe VI carga contra los negacionismos y llama a la "serenidad" en un discurso marcado por el "dolor" de la DANA

Mensaje de Navidad con un foco claro El monarca centra su tradicional intervención navideña en la tragedia de la DANA, poniendo en valor "la ayuda y la colaboración" necesarias para la recuperación del pueblo valenciano.

Discurso de Nochebuena del rey Felipe VI

Claro, directo y con reveladoras preocupaciones. Así ha sido el tradicional discurso navideño de Felipe VI, el undécimo desde que es rey, pero con novedad: este año, el mensaje se ha grabado en el Palacio Real de Madrid, y no en la Zarzuela. En una de las intervenciones más políticas que se le recuerdan, el monarca ha mostrado un férreo rechazo a los negacionismos y a los discursos de odio frente a la necesidad de "concordia" y "serenidad" en un tiempo "complejo, cambiante y convulso"; intervención en la que ha realizado un serio llamamiento en favor de los derechos humanos ante los problemas que acechan en la actualidad a nuestro país, como el drama migratorio y el acceso de los jóvenes a la vivienda. Cuestiones centrales de un discurso que ha tenido en todo momento el foco puesto en la tragedia de la DANA que arrasó al pueblo valenciano el pasado mes de octubre.

Precisamente, el rey ha comenzado su discurso haciendo alusión a la "terrible DANA" que golpeó "con inusual fuerza varias zonas del este y sur de España", una catástrofe con muertos y desaparecidos que "merecen todo nuestro respeto" y nuestro recuerdo ante "el dolor y la tristeza que han dejado en sus familias". Felipe VI ha recordado cómo pueblos, barrios, casas, escuelas o negocios "quedaban reducidos a escombros o incluso desaparecían", pero también los rescates en situaciones agónicas, las casas abiertas "para acoger a los más vulnerables". En definitiva, toda la "ayuda y la colaboración" de "voluntarios anónimos y servicios públicos" que sirvieron para salvar vidas y que ahora trabajan para "asegurar realmente la recuperación" de los territorios afectados.

Una solidaridad que el monarca ha afirmado reconocer, tanto como también ha "comprobado y entendido la frustración, el dolor, la impaciencia, las demandas de una coordinación mayor y más eficaz de las administraciones". Felipe VI ha hecho de esta forma referencia al tenso episodio que tanto la reina Letizia como él vivieron en Paiporta días después de la tragedia; suceso con el que ha dado pie a una reflexión cristalina: "Por encima de divergencias y desencuentros, prevalece en la sociedad española una idea nítida de lo que a todos beneficia". Y con alusión directa a la esfera política: "Es responsabilidad de todas las instituciones y administraciones públicas que esa noción del bien común se siga reflejando en cualquier discurso o decisión".

Contra el odio y la negación del estado del bienestar

Frente a esa responsabilidad, el rey no ha dudado en advertir sobre las consecuencias de la creciente polarización y crispación que afecta a España y al resto del mundo: si bien ve "legítima y necesaria en democracia la diversidad de opiniones", cree necesario acuerdos "en torno a lo esencial" para "impedir que esa diversidad derive en la negación de la existencia de un espacio compartido". Ha sido en este punto donde se ha visto al Felipe VI más preocupado por la coyuntura político-social que afrontamos como sociedad a todos los niveles: "Nuestra vida se ve afectada también por un escenario exterior cada vez más complejo y cambiante e incluso convulso".

En este punto, el monarca se ha mostrado tajante como nunca: "Vemos cómo con demasiada frecuencia se cuestiona el derecho internacional, se recurre a la violencia, se niega la universalidad de los derechos humanos o se pone en duda el multilateralismo para afrontar los desafíos globales de nuestro tiempo, como son las crisis climáticas y medioambientales, las pandemias, la transición energética o el comercio y la escasez de los recursos naturales. Vemos también, incluso, cómo se llega a discutir la misma validez de la democracia como sistema de gobierno". Ante esa ola de negacionismo que tensa los pilares del estado del bienestar, Felipe VI ha defendido el valor de la Constitución como el "gran pacto de convivencia" que sigue siendo tan necesario como antes "para fortalecer nuestras instituciones y para mantener en ellas la confianza de toda la sociedad".

"No podemos permitir que la discordia se convierta en un constante ruido de fondo que impida escuchar el auténtico pulso de la ciudadanía", ha manifestado el rey, quien con esta fórmula ha dado un toque de atención a esa "contienda política, legítima, pero en ocasiones atronadora", para que esta "no impida escuchar una demanda aún más clamorosa: una demanda de serenidad en la esfera pública y en la vida diaria". Una concordia crucial, como país y como estado miembro de la Unión Europea, de "seguir defendiendo con convicción y con firmeza, las bases de la democracia liberal, de la defensa de los derechos humanos y de las conquistas en bienestar social".

La migración y el acceso a la vivienda, problemas a atajar

Es en ese acuerdo en torno a lo esencial a nivel nacional e internacional "desde donde debemos abordar los asuntos que nos preocupan y que nos afectan en modos diferentes a nuestra vida colectiva", ha indicado el rey, que ha hecho especial hincapié en una de las problemáticas que afectan de gravedad a España a día de hoy: el drama migratorio. Al respecto de esta cuestión, el monarca ha recordado que "sin los movimientos de población a lo largo de la historia no podrían explicarse las sociedades del presente, que son sociedades abiertas e interconectadas". No obstante, ha querido señalar que, "sin la gestión adecuada, las migraciones pueden derivar en tensiones que erosionen la cohesión social". Ha instado así a la población española y a sus instituciones a realizar un "esfuerzo de integración" por parte de todos.

"El respeto de las normas básicas de convivencia y civismo, y el reconocimiento de la dignidad que todo ser humano merece, son los pilares que deben guiarnos a la hora de tratar la inmigración", ha valorado. Eso sí, "sin olvidar nunca", tal y como ha remarcado, "la firmeza que requiere la lucha contra las redes y las mafias que trafican con personas". Porque, según ha concluido en este asunto, "la manera en la que seamos capaces de abordar la inmigración –que también precisa de una buena coordinación con nuestros socios europeos, así como con los países de origen y tránsito– dirá mucho en el futuro sobre nuestros principios y la calidad de nuestra democracia".

Felipe VI no ha querido obviar tampoco el infierno que está suponiendo a los jóvenes españoles el acceso a la vivienda. Un problema que, como ha recalcado, se está dando especialmente en "las grandes urbes", que actúan "como polos de crecimiento y generan una demanda que la oferta no alcanza a satisfacer". Tras este breve análisis, ha llamado a la "reflexión" entre todos los actores implicados: "Que se escuchen unos a otros, que se examinen las distintas opciones y que ese diálogo conduzca a soluciones que faciliten el acceso a la vivienda en condiciones asumibles, en especial para los más jóvenes y los más desprotegidos". "Realmente podemos hacerlo", ha concluido.