En 1934, Antonio Benaiges llegó a un pequeño pueblo de Burgos, Bañuelos de Bureba, para convertirse en mucho más que un profesor. "Creó una pequeña revolución cultural", considera el escritor José Antonio Abella. Juntó sus ahorros, compró una imprenta e infundió en los niños del pueblo la ilusión por la escritura: "Trajo una técnica muy innovadora, la técnica freinet, que consistía en educar a los niños para aprender a leer y a escribir haciendo ellos mismos las revistas".
Los niños de aquella España profunda también descubrieron con él los bailes y la música. "Un gramófono en aquella época, ¡imagínate!", ha destacado Jesús María Viadas, vecino y miembro de la Asociación 'Escuela Benaiges'. Solo una promesa quedó sin cumplir: la de llevarles, por primera vez, a ver el mar. Lo asesinaron antes, en un cruce de caminos, el 19 de julio de 1936.
"Les tenían a todos en la plaza y les preguntaron: '¿Renunciáis a la República?'. El maestro dijo: 'No, viva la República'. Se ensañaron con él, empezaron a darles golpes y le utilizaron de escarmiento para los demás", ha detallado Viadas. Y nunca más se habló de él. Tras su muerte, según recuerdan algunos, se impuso el silencio. Hoy, 85 años después todo el pueblo se reúne para trasladar un mensaje: el silencio no ha vencido a la memoria.
"Decidimos que merecía la pena celebrar un acto porque su cuerpo no se ha encontrado y es como si estuviera sin cerrar ese capítulo de su vida", ha apuntado Javier González, secretario de la Asociación 'Escuela Benaiges'. Insisten en que ellos no lo han olvidado porque sí, más que un profesor, Benaiges fue la persona que llevó a una escuela perdida de la España profunda el amor por la poesía, la lectura y la música.