Un conflicto que dura años
Casa Orsola: la lucha entre un fondo de inversión y vecinos de toda la vida que se resisten a dejar su hogar
El origen Lioness Inversiones compró el inmueble en 2021. Su intención: convertir las viviendas en alquileres de temporada a precios mucho más altos de lo que venían pagando sus inquilinos.
La lucha vecinal ha logrado frenar, por ahora, el desahucio de Josep, el primer vecino de la Casa Orsola que se enfrenta a su desalojo, mientras otros seis pisos están también pendientes de su ejecución. Este inmueble, situado en el Eixample de Barcelona, es ya un símbolo de la lucha por el derecho a la vivienda y contra la gentrificación y la especulación inmobiliaria en la Ciudad Condal, tras un conflicto que se prolonga ya más de tres años y que se remonta a su adquisición por parte de un fondo de inversiones.
El fondo en cuestión, Lioness Inversiones, compró las dos fincas del edificio en octubre de 2021. Según denuncian los residentes, la nueva propiedad informó a los inquilinos de que tendrían que abandonar sus hogares al finalizar sus contratos. Su intención, según el Sindicat de Llogaters, era utilizar las viviendas para alquiler de temporada, disparando los precios.
Tres años después, Josep, un profesor de 49 años que lleva 22 viviendo allí, es el primer vecino del edificio en enfrentarse a un desahucio, ahora aplazado hasta la madrugada del martes. Los vecinos denuncian que el fondo quiere echar a todos los inquilinos para convertir sus pisos en alquileres de temporada, subiendo las cuotas mensuales de los 700 euros que pagaba Josep a los más de 2.000 que pagan los nuevos vecinos.
Años de "sinvivir" para los vecinos
Una situación que los vecinos de la Casa Orsola ya denunciaron en Salvados en 2023: Elisenda Paños, otra de las inquilinas afectadas, relató entonces la angustia de estar a punto de perder el que ha sido su hogar durante más de tres décadas.
"Un día, a finales del año 21, empezó a llegar un burofax diciendo que había habido un cambio de propiedad. Esa fue la primera noticia que tuvimos. El siguiente burofax, al cabo de 15 días, ya fue que cuando se acabara el contrato, a la calle. Esto para nosotros fue un shock", explicaba.
"Estamos en un sinvivir, es una angustia constante", lamentaba Elisenda, que pagaba un alquiler de unos 600 euros. "La conclusión que hemos llegado es que los inquilinos tradicionales ya no interesamos, ahora se busca otro perfil de inquilino: un inquilino temporal, que pague cuatro veces lo que estamos pagando nosotros y por un corto espacio de tiempo". Los nuevos vecinos, indicaba, pagan "alrededor de 2.300, 2.400" euros.
Además, y pese a haber podido acreditar un "riesgo de exclusión residencial", una situación de vulnerabilidad con la que, en teoría, tendrían acceso a un alquiler social, Elisenda denunciaba estar "en un limbo" y ante un mercado inmobiliario cada vez más descontrolado. "Todos los inquilinos que nos van expulsando de Barcelona la gente va yendo hacia la periferia, a los alrededores, y se van disparando los precios", incidía.
Vasileios Miyrthianos, otro de los vecinos, sí había recibido una oferta de la nueva propiedad para seguir viviendo en la Casa Orsola. "Me ofrecieron una subida del 50%, de 810 euros a 1.200", explicaba. "Podría pagarlo y no comer, no es cuestión de eso", denunciaba.
Por el momento, la lucha vecinal ha logrado frenar este viernes el desalojo de Josep, que, no obstante, ya tiene una nueva fecha: la comitiva judicial prevé volver el martes a las 05:00 de la mañana -mucho más temprano que esta vez- para llevar a cabo el desahucio. El Sindicat de Llogaters ya ha convocado una nueva protesta para evitarlo desde la noche anterior. En la fachada, un enorme cartel insiste: "No nos podrán desahuciar. Defendemos la Casa Orsola".