En la casa de Bárbara, Patricia, Víctor y Carlos la lista de la compra se hace entre todos y cada uno decide lo que le apetece. Diálogo y toma de decisiones para que todos ellos, personas con discapacidad intelectual, sean lo más independientes posibles.
Cuando entraron a vivir, hace cosa de un mes, escogieron sus habitaciones, sus muebles, se reparten desde entonces las tareas del hogar, van a comprar lo que haga falta y, muy importante, son los dueños de su casa y de sus llaves. Cosas sencillas, como a qué hora me quiero levantar, a qué supermercado quiero ir, a qué hora quiero acostarme, cosas que para el resto de los ciudadanos nos parecen normales, y para ellos no.
Y esto es posible gracias al proyecto 'Mi casa: una vida en comunidad' con el que casi 300 personas de toda España con discapacidad y grandes necesidades y apoyos han podido elegir dónde y con quién vivir.
Este proyecto es una oportunidad que permite que personas como ellos puedan vivir de forma mucho más independiente, eligiendo en cada momento qué y cómo quieren hacerlo. Porque como explica Verónica Bardera, una de las facilitadoras, se pone el foco en lo que la persona quiere, algo que no es tan habitual: "Tendemos a hacer cosas para las personas, tomar decisiones hacia ellas, pero aquí se pone el foco en lo que quieren".
Esto, explica José Ángel, padre de uno de los inquilinos, les ha cambiado la vida: "Víctor está muy orgulloso de tener su piso, con su llave y abrirnos cuando venimos a visitarle. Está muy contento y nosotros también".
El proyecto, que parte de la Asociaciones de Plena Inclusión, se ha puesto en marcha con diferentes organizaciones de siete comunidades autónomas. Está financiado por los fondos Next Generation de la Unión Europea y permite una mayor integración de las personas con discapacidad intelectual en la comunidad para que nadie se quede fuera de la foto.