María G. y Gabriel C., acusados de asesinar a sus hijos de tres años y medio y de seis meses en Godella, se han sentado en la Audiencia Provincial de Valencia para ser juzgados por el crimen que tuvo lugar el 13 de marzo de 2019.
Ella ha declarado que la noche del asesinato ambos discutieron y a él le tocaba vigilar la casa. Cuando fue a relevarle, sus hijos estaban muertos: "Decidí salir fuera y en mi terraza encuentro el cuerpo de mi hija. Mi hijo estaba en la piscina, pero no dentro, sino en el bordillo".
Ha relatado que una secta les perseguía y que él le inculcó esa idea: "Tenía tan presente que los querían matar que pensé que la secta los había matado. Cogí a mi hija en brazos y la enterré. Automáticamente cogí el cuerpo de mi hijo y lo enterré donde nos tirábamos por el tobogán. Enseguida fui a decirle a Gabriel que nos teníamos que ir, que la secta nos quería matar".
María ha testificado que sentía miedo por el padre de sus hijos: "Salí corriendo y me encerré en casa, cogí un cuchillo y él intentó convencerme para que le abriese. Yo le idolatraba. Cuando le abrí me propinó una paliza sin parar hasta la entrada de la casa, donde empezó a ahogarme".
La mujer ha contado que cree que fue Gabriel quien mató a los niños: "Para mí los había matado la secta. Estuve varios meses creyendo eso. A día de hoy pienso que fue él. Que lo tenía planeado, matarnos a los tres".
Él lo niega
Gabriel ha negado participar en ninguna secta y ha asegurado que su pareja llevaba tiempo enferma: "Yo veía que María no estaba bien, pero el psiquiatra me decía que sí". También ha recordado que ella le atacó a él en la noche del crimen: "El día de los hechos recuerdo perseguirla, alcanzarla, traerla de vuelta a casa y ella darse la vuelta y atacarme. No podía contenerla".
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Su defensa ha alegado que no hay pruebas contra él y ha pedido su absolución. La Fiscalía solicita 25 años de internamiento médico para ella porque fue diagnosticada con esquizofrenia de tipo paranoide unos meses antes del crimen. Para él solicitan 50 años de cárcel, 25 por cada asesinato con agravante de parentesco.